jueves, 29 de mayo de 2014

La sal del evangelio nos limpia el alma y la preserva de la descomposición espiritual. Es un pacto eterno entre Dios y todos los verdaderos creyentes.



Mateo 5:13

Ustedes son la sal de este mundo. Pero si la sal deja de estar salada, ¿cómo podrá recobrar su sabor? Ya no sirve para nada, así que se la tira a la calle y la gente la pisotea.
 





Jesús llamo a sus discípulos a ser la sal de la tierra y la luz del mundo. Los profetas del antiguo pacto eran la sal de la tierra de Cana; pero los cristianos son llamados a ser sal de toda la tierra, porque Jesús dijo id por todo el mundo y predicar el evangelio. ¿Cómo es que unos pocos pueden afectar el mundo entero? ¡Trabajando silenciosamente como la sal con el evangelio de Cristo! Como un puñado de sal se dispersa a través de toda la comida, la enseñanza del evangelio se dispersa ampliamente, penetrando y llegando hasta los corazones de los hombres (Hechos 2:37). La sal del evangelio nos limpia el alma y la preserva de la descomposición espiritual. Es un pacto eterno entre Dios y todos los verdaderos creyentes.
   Tal como la sal era requerida en todos los sacrificios de ofrenda, los cristianos necesitan ser esa sal,de la tierra. El mundo se corroe con la ignorancia y el pecado. Por esta razón, Cristo nos envía a sazonar el mundo a través de nuestra vida y enseñanza, con la sabiduría y gracia del evangelio, ¡para hacer aceptables a Dios a todos los creyentes fieles! ¡Se la sal de la tierra!

lunes, 26 de mayo de 2014

príncipe de los ángeles, San Miguel



ORACIÓN AL ARCÁNGEL MIGUEL
Dios y Señor de los ángeles a quien encomendaste la guarda de los hombres, te ofrezco los merecimientos de estos soberanos espíritus, y los del príncipe de los ángeles, San Miguel, que por si, y por medio de sus ministros, guarda la naturaleza humana para que me libres de todo pecado y me concedas pureza angelica
Gloriosísimo Príncipe de la Corte del Cielo. Excelentísimo Arcángel San Miguel, grande primer Ministro de Dios, amigo de Jesucristo, y muy favorecido de su Santísima Madre, defensor de la Iglesia y abogado de los hombres: ya que tanto favorecéis a vuestros devotos, haced que yo  sepa amar y servir, y alcanzadme del Señor lo que deseo y pido en esta oracion, a mayor honra y gloria suya y provecho de mi alma.

Aquí rezará Padre Nuestro y Ave María, en honra de los nueve coros de los Ángeles, y de su príncipe San Miguel.

domingo, 18 de mayo de 2014

Dios está arreglando las circunstancias, purificando nuestras intenciones y nos enseña a confiar en El

Isaias
64:1 como el fuego enciende un matorral, como el fuego hace hervir el agua!
Así manifestarías tu Nombre a tus adversarios y las naciones temblarían ante ti.
64:2 Cuando hiciste portentos inesperados,
64:3 que nadie había escuchado jamás, ningún oído oyó, ningún ojo vio a otro Dios, fuera de ti, que hiciera tales cosas por los que esperan en él.
64:4 Tú vas al encuentro de los que practican la justicia y se acuerdan de tus caminos. Confesión de los pecados y súplica Tú estás irritado, y nosotros hemos pecado, desde siempre fuimos rebeldes contra ti.




¿Qué significa “esperar en el Señor”?
Uno de los principios fundamentales en la Biblia es que debemos aprender a esperar el tiempo y la dirección de Dios. Por una parte, implica tener paciencia, es decir, estar dispuestos a esperar, lo que nos lleva a hacer una pausa para recibir más instrucción en lugar de precipitarnos para ejecutar nuestras soluciones. También demanda que estemos dispuestos a aceptar con calma lo que Él esté haciendo en nuestra vida y confiar en que intervendrá para llevar a cabo su voluntad.
Algunos tendrán que desistir de lo que parece ser una necesidad inmediata y resistir la tentación de fijar el momento más conveniente para obtenerla. Por otra parte, esperar en Él no quiere decir tener una actitud fatalista; más bien es la firme expectativa de que Dios cumplirá lo que ha prometido.
Razones para esperar en Dios.
Él está arreglando las circunstancias. Los israelitas marcharon alrededor de Jericó por siete días antes de atacarla. La ansiedad y el temor se apoderaron del enemigo, preparando el camino para la victoria. David fue escogido como rey de Israel años antes de ascender al trono y esperó hasta que se cumplió el tiempo de Dios para hacerlo; pero se rehusó a matar a Saúl, pues lo respetó porque decía que era “el ungido”.
Él purifica nuestras intenciones. En lugar de actuar impulsados por el placer, la codicia o el orgullo debemos ser motivados por el amor, el servicio y la obediencia. Si nuestras motivaciones no son correctas, Dios se demorará en bendecirnos, pues su intervención no se concreta a satisfacer nuestros deseos; quiere que captemos la enseñanza que nos imparte.
Dios mismo nos enseña a confiar en Él. Si Él contestara toda oración inmediatamente, quizá no aprenderíamos a confiar en Él. Por eso a veces Él nos promete que suplirá lo necesario y luego nos pide que esperemos.
Nos protege del peligro imprevisto. El Padre ve todas las cosas y sabe lo que es mejor para cada uno de sus hijos. Quienes se precipitan tropiezan con dificultades inesperadas.

Nos prepara para dar buen testimonio. Si decidimos esperar hasta que Dios supla nuestra necesidad, nuestras vidas pueden causar un gran impacto en cuanto a su fidelidad entre muchos de los que nos rodean.

sábado, 17 de mayo de 2014

“Todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso tenedlo en cuenta” (Flp 4, 8).

Virtud

Virtud es una propensión, facilidad y prontitud para conocer y obrar el bien.
Virtud es un buen hábito que capacita a la persona para actuar de acuerdo a la razón recta. Hace de su poseedor una buena persona y hace sus actos también buenos. 
Un mal hábito se llama vicio
Las virtudes adquiridas no dependen de la fe. Una persona con el uso de la razón y con su esfuerzo natural puede llegar a ser virtuosa. Pero por la fe nos abrimos a la gracia que perfecciona las virtudes, capacitando la acción sobrenatural, el bien mas perfecto.


Del Catecismo
1803 “Todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso tenedlo en cuenta” (Flp 4, 8).
La virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien. Permite a la persona no sólo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de sí misma. Con todas sus fuerzas sensibles y espirituales, la persona virtuosa tiende hacia el bien, lo busca y lo elige a través de acciones concretas.
El objetivo de una vida virtuosa consiste en llegar a ser semejante a Dios. (S. Gregorio de Nisa, beat. 1).

I- Las virtudes humanas
1804 Las virtudes humanas son actitudes firmes, disposiciones estables, perfecciones habituales del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón y la fe. Proporcionan facilidad, dominio y gozo para llevar una vida moralmente buena. El hombre virtuoso es el que practica libremente el bien.
Las virtudes morales se adquieren mediante las fuerzas humanas. Son los frutos y los gérmenes de los actos moralmente buenos. Disponen todas las potencias del ser humano para armonizarse con el amor divino.

Virtudes cardinales
1805 Cuatro virtudes desempeñan un papel fundamental. Por eso se las llama ‘cardinales’; todas las demás se agrupan en torno a ellas. Estas son la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. ‘¿Amas la justicia? Las virtudes son el fruto de sus esfuerzos, pues ella enseña la templanza y la prudencia, la justicia y la fortaleza’ (Sb 8, 7). Bajo otros nombres, estas virtudes son alabadas en numerosos pasajes de la Escritura.

1806 La prudencia es la virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios rectos para realizarlo. ‘El hombre cauto medita sus pasos’ (Pr 14, 15). ‘Sed sensatos y sobrios para daros a la oración’ (1 Pe 4, 7). La prudencia es la ‘regla recta de la acción’, escribe santo Tomás (s. th. 2-2, 47, 2), siguiendo a Aristóteles. No se confunde ni con la timidez o el temor, ni con la doblez o la disimulación. Es llamada ‘auriga virtutum’: conduce las otras virtudes indicándoles regla y medida. Es la prudencia quien guía directamente el juicio de conciencia. El hombre prudente decide y ordena su conducta según este juicio. Gracias a esta virtud aplicamos sin error los principios morales a los casos particulares y superamos las dudas sobre el bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar. >>

1807 La justicia es la virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido. La justicia para con Dios es llamada ‘la virtud de la religión’. Para con los hombres, la justicia dispone a respetar los derechos de cada uno y a establecer en las relaciones humanas la armonía que promueve la equidad respecto a las personas y al bien común. El hombre justo, evocado con frecuencia en las Sagradas Escrituras, se distingue por la rectitud habitual de sus pensamientos y de su conducta con el prójimo. ‘Siendo juez no hagas injusticia, ni por favor del pobre, ni por respeto al grande: con justicia juzgarás a tu prójimo’ (Lv 19, 15). ‘Amos, dad a vuestros esclavos lo que es justo y equitativo, teniendo presente que también vosotros tenéis un Amo en el cielo’ (Col 4, 1). >>

1808 La fortaleza es la virtud moral que asegura en las dificultades la firmeza y la constancia en la búsqueda del bien. Reafirma la resolución de resistir a las tentaciones y de superar los obstáculos en la vida moral. La virtud de la fortaleza hace capaz de vencer el temor, incluso a la muerte, y de hacer frente a las pruebas y a las persecuciones. Capacita para ir hasta la renuncia y el sacrificio de la propia vida por defender una causa justa. ‘Mi fuerza y mi cántico es el Señor’ (Sal 118, 14). ‘En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: Yo he vencido al mundo’ (Jn 16, 33).>>
1809 La templanza es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad. La persona moderada orienta hacia el bien sus apetitos sensibles, guarda una sana discreción y no se deja arrastrar ‘para seguir la pasión de su corazón’ (Si 5,2; cf 37, 27-31). La templanza es a menudo alabada en el Antiguo Testamento: ‘No vayas detrás de tus pasiones, tus deseos refrena’ (Si 18, 30). En el Nuevo Testamento es llamada ‘moderación’ o ‘sobriedad’. Debemos ‘vivir con moderación, justicia y piedad en el siglo presente’ (Tt 2, 12). >>
Vivir bien no es otra cosa que amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todo el obrar. Quien no obedece más que a El (lo cual pertenece a la justicia), quien vela para discernir todas las cosas por miedo a dejarse sorprender por la astucia y la mentira (lo cual pertenece a la prudencia), le entrega un amor entero (por la templanza), que ninguna desgracia puede derribar (lo cual pertenece a la fortaleza). (S. Agustín, mor. eccl. 1, 25, 46).

Las virtudes y la gracia
1810 Las virtudes humanas adquiridas mediante la educación, mediante actos deliberados, y una perseverancia, mantenida siempre en el esfuerzo, son purificadas y elevadas por la gracia divina. Con la ayuda de Dios forjan el carácter y dan soltura en la práctica del bien. El hombre virtuoso es feliz al practicarlas.
1811 Para el hombre herido por el pecado no es fácil guardar el equilibrio moral. El don de la salvación por Cristo nos otorga la gracia necesaria para perseverar en la búsqueda de las virtudes. Cada cual debe pedir siempre esta gracia de luz y de fortaleza, recurrir a los sacramentos, cooperar con el Espíritu Santo, seguir sus invitaciones a amar el bien y guardarse del mal.




Una sonrisa amable facilita la entrada a muchísimos corazones

Una sonrisa amorosa es una caricia que mantiene viva la llama de la felicidad 

Una Sonrisa...

Una sonrisa amable y sincera es el pasaporte universal que facilita la entrada a muchísimos corazones. Una sonrisa amorosa es una caricia que enciende y mantiene viva la llama de la felicidad que produce el compartir, pues nadie logra ser suficientemente feliz aislado de los demás y encerrado en sí mismo. La sonrisa nacida en el corazón derriba barreras y construye puentes para comunicarnos con quienes necesitamos y con quienes nos necesitan.
¿Qué tal si hoy comenzamos a salir al encuentro de los demás con una hermosa sonrisa dibujada en nuestro rostro...?


martes, 13 de mayo de 2014

ORAR A NUESTRA MADRE PARA PEDIR PUREZA DE CORAZON



Oh mi amada madre, cubre mi alma con tu manto virginal y concédeme la gracia de la pureza de corazón, alma y cuerpo.
Con tu poder defiéndeme de todo enemigo, especialmente de aquellos que esconden su malicia bajo una mascara de virtud.
Fortalece mi alma para que el dolor no la quebrante. Madre de la gracia enséñame a vivir con Dios, oh María una espada terrible ha traspasado tu santa alma nadie sabe de tu sufrimiento excepto Dios.

Tu alma no se quebranta, es valiente porque está con Jesús. Dulce María une mi alma a Jesús, porque solo entonces podré resistir todas las pruebas y tribulaciones y solo mediante la union con Jesús mis pequeños sacrificios complacerán a Dios. Dulcísima madre continua enseñándome sobre la vida interior, que la espada del sufrimiento no me abata jamás. Oh Virgen pura derrama valor en mi corazón y protégelo que así sea. Amén.

martes, 6 de mayo de 2014

Que baje del cielo tu Misericordia sobre el mundo, ¡Oh, Buen Pastor!, quédate con tus ovejas, defiéndelas de los peligros que las rodean y las amenazan.

Quédate con nosotros, Señor, esta noche.

Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos. Lucas 24,13.



Quédate para adorar, alabar y dar gracias al Padre por nosotros, mientras dormimos;
que baje del cielo tu Misericordia sobre el mundo.

Alivia desde los Sagrarios de la tierra la prolongada noche de sufrimiento y pena de las benditas almas.

Quédate con nosotros, Señor, para alejar la justa ira de Dios de nuestras ciudades que atraen la justicia del cielo con sus densísimas nubes de vicios y males.

Quédate con nosotros, Señor, para guardar a los inocentes, para sostener a los tentados, para levantar a los caídos, para subyugar el poder del demonio, para impedir el pecado.

Quédate con nosotros, Señor, para consolar a los que sufren, para bendecir a los que yacen en el lecho del dolor, para dar contrición a los que mueren, para recibir en los brazos de tu misericordia a las miles de almas que se presentarán ante Ti para ser juzgadas.

¡Oh, Buen Pastor!, quédate con tus ovejas, defiéndelas de los peligros que las rodean y las amenazan.


Oh, Dios, sé nuestro Padre misericordioso hasta los últimos instantes de nuestra vida, para que sin temor podamos presentarnos delante de Ti. Así sea