viernes, 26 de abril de 2019

El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida, ¿ante quién temblaré? Sal 27




El fiel es consciente de que la coherencia crea aislamiento y provoca incluso desprecio y hostilidad en una sociedad que a menudo busca a toda costa el beneficio personal, el éxito exterior, la riqueza o el goce desenfrenado. Sin embargo, no está solo y su corazón conserva una sorprendente paz interior, porque, como dice la espléndida «antífona» inicial del salmo, «el Señor es mi luz y mi salvación (...); es la defensa de mi vida» (Sal 27,1). Continuamente repite: «¿A quién temeré? (...) ¿Quién me hará temblar? (...) Mi corazón no tiembla. (...) Me siento tranquilo» (vv. 1-3).
Casi nos parece estar escuchando la voz de san Pablo, el cual proclama: «Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?» (Rm 8,31). Pero la serenidad interior, la fortaleza de espíritu y la paz son un don que se obtiene refugiándose en el templo, es decir, recurriendo a la oración personal y comunitaria

jueves, 18 de abril de 2019

Preciosa sangre me purificó, gracias Señor, Preciosa sangre que me transformó gracias Jesús


¡Generoso Amigo, que das la vida por tus amigos! ¡Buen Pastor, que te entregaste a la muerte por tus ovejas!. ¡Y nosotros no éramos amigos, sino pecadores! Jesucristo por su santidad inmaculada, más blanco que la nieve.
 "¡Sangre y fuego, inestimable amor!", exclamaba Santa Catalina de Siena. "La flor preciosa del cielo, al llegar la plenitud de los tiempos, se abrió del todo y en todo el cuerpo, bañada por rayos de un amor ardentísimo. La llamarada roja del amor refulgió en el rojo vivo de la Sangre" (SAN BUENAVENTURA, La vid mística, 23).

Preciosa sangre se derramó, fluyó por amor sobre Tí el dolor tus venas lloraron Jesús, hay poder en la sangre


La sangre real de Cristo (Lc. 1, 32; Apoc. 22, 16), divina y humana, sangre preciosa, precio del mundo, había realizado el milagro. El rescate fabuloso estaba pagado. "Nada es capaz de ponérsele junto para compararla, porque realmente su valor es tan grande que ha podido comprarse con ella el mundo entero y todos los pueblos" (San Agustín).

Obediencia. No podemos esperar que el poder de Dios fluya a través de nosotros cuando estamos viviendo en pecado o justificando la obediencia parcial.



Fe en Dios y en su Palabra. Es esencial creer que las Sagradas Escrituras son del todo verdaderas y suficientes para la vida y la piedad. Cada vez que se comienza a cuestionar la  suficiencia o claridad de la Biblia, significa que se ha negado la fuente de su poder.
Oración. Dios obra a nuestro favor cuando le traemos con humildad nuestras necesidades y nos sometemos a su voluntad.
Dependencia de Dios. El Señor Jesús dijo que aparte de Él, no podemos hacer nada de valor espiritual Jn 15, 5. De hecho, el poder de Dios se perfecciona en nosotros cuando somos débiles y confiamos por completo en Él 2 Co 12, 9.