Señor Jesús, una vez mas nos entregamos a ti con plena confianza,
Sabemos bien que tú nos escuchas. Te queremos entregar nuestra vida y
nuestro ser. Nos abandonamos totalmente en tus manos: nuestro cuerpo,
nuestra alma y nuestro espíritu. Te entregamos nuestras limitaciones,
nuestros pecados, nuestras tristezas y angustias, la dureza de nuestro
corazón. Nos entregamos como amigos y hermanos necesitados de Ti. Tú que
quieres hacer de nosotros personas nuevas, queremos que nos ayudes a
cambiar. Te entregamos nuestra debilidad en la fe, nuestra incapacidad e
inconstancia en la oración. Acrecienta en nosotros el don de la
oración.
Queremos entregarte nuestras dudas y desconfianzas, nuestros miedos y
temores. Ponemos en tus manos nuestros defectos; tú los conoces. Te
entregamos nuestras heridas, especialmente aquellas que no quieren
sanar. Ponemos en tus manos Jesús amigo todos nuestros resentimientos,
rencores, soberbias, deseos de venganza, todo aquello que nos quita la
paz, la armonía y el amor que tú nos das. Tómanos, Señor, y haz
resplandecer en nosotros tu salvación.
Señor, Jesús eucaristía, te ofrecemos nuestra inteligencia,
pensamientos, memoria, nuestras ideas, nuestra capacidad de razonar,
nuestra libertad y nuestras decisiones. Te entregamos todos nuestros
sentidos: ojos, oídos, lengua; te entregamos todos los miembros de
nuestro cuerpo. Ponemos en tus manos nuestro sistema digestivo,
circulatorio, respiratorio y todo nuestro cuerpo. Acéptalo Señor para
que sea templo de tu presencia, templo de tu Santo Espíritu.
Padre eterno, depositamos en tu corazón santísimo todas nuestras
cualidades y valores, que tú mismo has puesto en nuestra vida.
Reconocemos que todo lo que somos y tenemos nos viene de ti. De una
manera especial te entregamos la alegría, el amor, la paz, la bondad,
los deseos de servir y de ser mejores. Todo es tuyo y te pertenece,
Señor.
Querido amigo Jesús, te ofrecemos nuestro trabajo y nuestro descanso
lo mismo que nuestros estudios. Todos nuestros problemas, todo lo que
nos agobia y nos quita la paz. Te entregamos nuestras preocupaciones y
nuestros temores. Te confiamos nuestros complejos y angustias, nuestra
necesidad de... (Contémosle al Señor nuestras necesidades personales y
familiares). Te entregamos nuestra necesidad de servir, de ser
sencillos, humildes y alegres, de comprender y aceptar a nuestros
familiares y a los demás como nuestros hermanos, de respetarlos y
ayudarlos, de solidarizarnos con ellos en los momentos difíciles.
Gracias, Jesús, por aceptarnos como tus amigos; gracias, Señor
Jesucristo, por todo lo que estás haciendo; gracias, Señor, porque
estamos seguros de que estás obrando y obrarás en cada uno de nosotros,
Gracias, Jesús, a ti la gloria, el honor, la alabanza y la bendición
ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.