¡Oh
beatísima Trinidad!, os doy palabra de procurar con todo esfuerzo y empeño
salvar mi alma, ya que la creasteis a vuestra imagen y semejanza y para el
cielo. Y también por amor vuestro procuraré salvar las almas de mis prójimos.
Para
salvar mi alma y daros gloria y alabanza, sé que he de guardar la divina ley.
Os doy palabra de guardarla como la niña de mis ojos, y también procuraré que
los demás la guarden.
Aquí,
en la tierra, me ejercitaré en alabaros, y espero que después lo haré con más
perfección en el cielo; y por esto, con frecuencia rezaré el Trisagio y el
verso: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, Y también procuraré que
los demás os alaben. Amén.
V. Bendigamos al Padre y al Hijo con el
Espíritu Santo.
R. Alabémosle y ensalcémosle en todos los siglos.
Omnipotente
y sempiterno Dios, que concediste a tus siervos el conocer la gloria de tu
eterna Trinidad en la confesión de la verdadera fe y el adorar la Unidad en
tu augusta Majestad; Te rogamos, Señor, que por la fuerza de esa misma fe nos
veamos siempre libres de todas las adversidades. Por Cristo, Señor nuestro.
Amén.
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