También éstos están hambrientos. Están hambrientos
de dignidad». De aquí la invitación a «orar para que el Señor cambie el corazón
de estos devotos del dios soborno», para que comprendan «que la dignidad viene
del trabajo digno, del trabajo honesto, del trabajo de cada día, y no de estos
caminos más fáciles que al final arrebatan todo». También porque, concluyó,
existe el riesgo de terminar como la persona de la que habla el Evangelio «que
tenía muchos graneros, muchos silos, todos llenos y no sabía qué hacer. “Esta
noche morirás”, dijo el Señor. Esta pobre gente que ha perdido la dignidad
cometiendo sobornos, lleva consigo no el dinero que ha ganado, sino sólo la
falta de dignidad. Oremos por ellos».
El
pensamiento del Papa Francisco dirigido a las familias de los administradores deshonestos.
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