Cuando hemos caído, cuando nos hemos
apartado de Dios, entonces aprendemos una lección que no nos
pueden enseñar nuestras virtudes. Precisamente donde nos encontramos con
nuestra impotencia, allí es donde nos vemos abiertos a Dios. Dios nos
forma precisamente a través de nuestros fallos, de nuestras defecciones.
Así es cómo él nos conduce por el camino de la
humildad, que
es el único que lleva a Dios.
Doroteo de Gaza.
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