En la homilía, que
pronunció en italiano y que después traducía al polaco un sacerdote, Francisco
comentó el pasaje bíblico de las bodas de Caná con el milagro la conversión del
agua en vino, para reflexionar sobre que “el
Señor no mantiene las distancias, sino que es cercano y concreto, que está en
medio de nosotros y cuida de nosotros, sin decidir por nosotros y sin ocuparse
de cuestiones de poder”.
“Prefiere instalarse en
lo pequeño, al contrario del hombre, que tiende a querer algo cada vez más
grande”, afirmó.
Y entonces denunció que “ser atraídos por el poder, por
la grandeza y por la visibilidad es algo trágicamente humano, y es una gran
tentación que busca infiltrarse por doquier; en cambio (hay que) darse a los
demás, acortando distancias, viviendo en la pequeñez y colmando concretamente
la cotidianidad”.
Jorge Bergoglio subrayó
que el
Señor “prefiere a los pequeños” porque “hablan su mismo idioma: el
amor humilde que hace libres”.
“Por eso llama a personas sencillas y disponibles para ser sus
portavoces, y les confía la revelación de su nombre y los secretos de su
corazón”, señaló.
Y al respecto citó a los
muchos polacos, “personas sencillas y también extraordinarias que han sabido
dar testimonio del amor del Señor en medio de grandes pruebas” como san Juan
Pablo II y santa Faustina Kowalska.
El papa también mandó un
mensaje a los hombres de la Iglesia y les recordó sus deberes: “Hay que
escuchar, comprometernos y hacernos cercanos, compartiendo las alegrías y las
fatigas de la gente, de manera que se transmita el Evangelio de la manera más
coherente y que produce mayor fruto”.
Puso como ejemplo la sencillez y humildad de María que, como en
Caná, supo “detectar los momentos difíciles y solventarlos con discreción,
eficacia y determinación. No es dueña ni protagonista, sino Madre y sierva”.
En este santuario
mariano, Francisco confió en la Virgen, “que lleva la paz en medio de la
abundancia del pecado y de los sobresaltos de la historia”, para “poder ser
siervos buenos y fieles”.
Tras la misa, Francisco
regresará a Cracovia, donde esta tarde le esperan cientos de miles de jóvenes
en la explanada de Blonia para un primer encuentro de la Jornada
Mundial de la Juventud.
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