La alabanza a Dios debe estar siempre en nuestros labios, porque Él es Dios y nosotros sus creaturas. El fin de nuestra existencia es alabar y glorificar a Dios porque Él es el Señor digno de toda alabanza
Son tantos los beneficios de Dios para con el hombre que la alabanza nace espontánea de nuestros labios: dice el salmo ¿Cómo a Yahveh podré pagar todo el bien que me ha hecho? La copa de salvación levantaré, e invocaré el nombre de Yahveh. Salmo 116 12-13. Dado que hemos sido creados a imagen de Dios, nuestra vida no debería ser otra cosa sino un canto de alabanza al Señor por su inmenso amor.
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