La luz que el hombre ansía en lo más íntimo, no se encuentra en este mundo. El hombre anhela el esclarecimiento de la existencia, la interpretación de la vida, la solución de todos los enigmas, la respuesta a esas preguntas que siempre le queman
En la tiniebla humana, Cristo grita: "Yo soy la luz del mundo." El es la verdadera y auténtica luz de la que no son más que símbolos todas las luces humanas. La luz terrenal sólo logra imperfectamente lo que Cristo hace.
Mercabá
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