“Pero ay! de los corazones cobardes y las manos perezosas, ay! de los pecadores que llevan una vida doble, ay! de los corazones débiles que no tienen confianza, Dios no los protegerá” (Eclo 2,12).
Dios ama ese espíritu que ha puesto dentro de ti, por eso quiere que tú le seas fiel. El Señor te ama celosamente, Dios te anhela celosamente.
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