Quiero darte gracias, Señor y Rey, y alabarte, Dios, mi salvador. Yo doy gracias a tu Nombre, porque tú has sido mi protector y mi ayuda, y has librado mi cuerpo de la perdición, del lazo de la lengua calumniadora y de los labios que traman mentiras. Frente a mis adversarios, tú has sido mi ayuda y mes has librado. Ecl 51:1-2
El Dios santo de Israel es de una plenitud vital inagotable, y desea comunicarse al hombre en sus más diversas situaciones vitales y, a pesar de toda su infidelidad y dureza de corazón.
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