sábado, 25 de julio de 2020

La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y les sale al encuentro en todos sus pensamientos. El comienzo de la Sabiduría es el verdadero deseo de instruirse, querer instruirse, es amarla; amarla, es cumplir sus leyes, observar sus leyes, es garantía de incorruptibilidad, y la incorruptibilidad hace estar cerca de Dios:


La sabiduría es temer a Dios y hacer lo que es agradable para él. Yo gano sabiduría a medida que soy libre de ver y responder a las situaciones de la vida de acuerdo a mis tendencias naturales, que están influenciadas por el pecado. En cambio, aprendo a ver y responder de acuerdo a la voluntad de Dios. Esto sucede cuando no estoy interesado en buscar lo mío propio, o en tener mi propia voluntad. (Santiago 3:13-18) Entonces actúo sólo por el amor y el deseo de vivir rectamente delante del rostro de Dios, con intenciones puras de cualquier tipo de búsqueda del propio beneficio o comodidad. Cuando la sabiduría guía todos mis caminos, entonces la voluntad de Dios se hace en la tierra como en el cielo. Entonces no hay pecado que arruine mi experiencia de vida, y mis posibilidades están abiertas. Hacer la voluntad de Dios es sabio, porque significa que las cosas se hacen de la mejor manera posible, con el mejor resultado posible.
“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” Santiago 1:5.

viernes, 17 de julio de 2020

Cuando este tiempo, que debiera estar saturado de pensamientos acerca de Dios, está copado por pensamientos en otras cosas, es idolatría



Cuando Dios no está en todos nuestros pensamientos o cuando lo está, pero en menor grado. O cuando no pensamos en él para nada, lo cual deberíamos hacer cotidianamente con seriedad, pero en cambio voluntariamente, en lugar de pensar en Dios, enfocamos nuestros pensamientos en otras cosas, caemos en idolatría.
Es indudable que si nuestra intención es amar algo superlativo, pero que no es Dios, amar aquello por sobre todas las cosas es idolatría porque amar es un acto de honra, adoración, que el Señor declara que se debe rendir a él exclusivamente (Dt. 6:5). El Señor Jesús resumió en Mateo 22:37 toda la adoración requerida del hombre. Podemos amar otras cosas, pero él debe ser amado por sobre todas ellasHa de ser amado transcendental y absolutamente por quién Él es. Todas las cosas deben ser amadas en él y por él. Él considera que no lo estamos adorando en absoluto, que no lo estamos considerando el único Dios cuando amamos a otras cosas más que a él, o tanto como a él (1 Jn. 2:15). El amor, cuando se sale de las reglas prescritas, es un afecto idólatra.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón y proclamaré todas tus maravillas.Quiero alegrarme y regocijarme en ti, y cantar himnos a tu Nombre, Altísimo. Sal 9



La alabanza es el medio más claro y directo por el cual declaramos dependencia de Dios. Es una ratificación de su confianza en Èl en medio de las dificultades más densas. Es una confesión de su lealtad y devoción a Aquel que fue crucificado por nosotros y a quien estamos unidos eternamente.

Alabemos al Señor porque: 
     La alabanza magnifica a Dios: La alabanza pone nuestro enfoque en Dios, no en nuestros problemas. El poder, la presencia y la capacidad de Dios transforman nuestra manera de pensar. 
     La alabanza nos hace humildes: Cuando adoramos a Dios, adquirimos una perspectiva correcta de nosotros mismos. La alabanza desinfla el orgullo y el ego. Ganamos una imagen personal saludable, basada en la perspectiva que Dios tiene de nosotros. Al quitarnos el orgullo, la alabanza nos fortalece contra la tentación.
     La alabanza revela nuestra devoción a Dios: Si yo amo a Cristo, voy a alabarlo. Si El ocupa el primer lugar en mi vida, voy a honrarlo con adoración y acción de gracias. 
     La alabanza nos motiva a vivir en santidad: La alabanza abre nuestros corazones para que vivamos como Dios lo desea, santos y apartados para Èl, para que hagamos su voluntad por encima de la nuestra.
    La alabanza aumenta nuestro gozo: El gozo es el compañero constante de la alabanza. Si nos sentimos deprimidos o desanimados, alabar a Dios nos traerá gozo prontamente. 
     La alabanza establece nuestra fe: Cuanto más grande veamos a nuestro Dios, más pequeños veremos nuestros problemas. 
     La alabanza eleva nuestras emociones: Las preocupaciones, los temores y las dudas no pueden sobrevivir por mucho tiempo en una atmósfera de alabanza. 
     Para ver una diferencia en la relación con Cristo y su andar con Èl, alabarlo es lo mejor. No deje de hacerlo, así se sienta inclinado a rendirse. Comprometernos a una vida de alabanza y compañerismo con Jesús, y experimentaremos la plenitud de gozo en Dios.