viernes, 17 de julio de 2020
Cuando este tiempo, que debiera estar saturado de pensamientos acerca de Dios, está copado por pensamientos en otras cosas, es idolatría
Cuando Dios no está en todos nuestros pensamientos o cuando lo está, pero en menor grado. O cuando no pensamos en él para nada, lo cual deberíamos hacer cotidianamente con seriedad, pero en cambio voluntariamente, en lugar de pensar en Dios, enfocamos nuestros pensamientos en otras cosas, caemos en idolatría.
Es indudable que si nuestra intención es amar algo superlativo, pero que no es Dios, amar aquello por sobre todas las cosas es idolatría porque amar es un acto de honra, adoración, que el Señor declara que se debe rendir a él exclusivamente (Dt. 6:5). El Señor Jesús resumió en Mateo 22:37 toda la adoración requerida del hombre. Podemos amar otras cosas, pero él debe ser amado por sobre todas ellas. Ha de ser amado transcendental y absolutamente por quién Él es. Todas las cosas deben ser amadas en él y por él. Él considera que no lo estamos adorando en absoluto, que no lo estamos considerando el único Dios cuando amamos a otras cosas más que a él, o tanto como a él (1 Jn. 2:15). El amor, cuando se sale de las reglas prescritas, es un afecto idólatra.
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