Construyamos un mundo en el que sea menos difícil el amar, la paz, la fraternidad, la apertura y la entrega a Dios. Esto implica la denuncia de situaciones que engendran odio, división y ateísmo en términos de estructuras, valores, prácticas e ideologías. Implica también el anuncio y la realización, con hechos concretos, de la justicia, la solidaridad y el amor en la familia, en las escuelas, en el sistema económico, en las relaciones políticas.
El cristiano solidario con los pobres es el que como Pablo ama la cruz de Cristo, es decir, la lucha por la justicia a través del amor sufriente. Amor sufriente que entraña la radicalidad de un dar la vida por el otro
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