Jesús tenía una coherencia absoluta entre lo que predicaba y vivía
La autoridad interna brota desde lo más profundo de la
persona. Esa autoridad no depende de una posición. Es parte de la persona, es
permanente y es garantía de realización
y felicidad personal. En este sentido se dice que una de las personas que
ha tenido más autoridad interna, ha sido Jesús. Jesús nunca mantuvo posiciones
sociales, económicas o políticas. Su autoridad brotaba desde dentro, como una
participación de la misma autoridad y poder de su Padre.
Los evangelios nos enseñan que Jesús hablaba con
autoridad. No en el sentido de exigir cosas de las personas que le rodeaban,
sino porque su mensaje era un mensaje
transformador y cautivador. Jesús tenía autoridad para expulsar espíritus,
tenía el poder y la autoridad interna para sanar y mandar sobre la naturaleza.
Recordemos, por ejemplo, el incidente con la higuera (Mt 21, 18-22) y el
momento en el que Jesús calma la tempestad (Mt 8, 23-27). En general, los
evangelios están llenos de ejemplos que ilustran la autoridad de Jesús.
La
autoridad interna, un medio de disciplina. Jesús tenía
semejante autoridad interna no sólo como participación de la autoridad de su
Padre, sino porque en Jesús había una
coherencia absoluta entre lo que predicaba y vivía. La coherencia es,
quizás, una de las dimensiones del mensaje de Jesús que más cuesta llevar a la
práctica. Aún así, es la que hace brotar la autoridad desde lo más profundo de
nuestro ser.
Parece
que hay programaciones internas que llevan a algunos seres humanos a intentar
cambiar a otros, para que sean más como “yo”, y entonces
poder convivir y aceptarlos más fácilmente. Esa mentalidad deja estancada a la
persona, negándose a la posibilidad de crecer y dejándola muy vulnerable al
conflicto y a la infelicidad. Hay necesidad entonces de cambiar el foco de
atención hacia nuestro interior y empezar a enfocar la congruencia interna entre lo que decimos y hacemos, a ejemplo de Jesús. Eso nos iría dando
poco a poco autoridad interna, haciendo crecer nuestro ser y mejorando nuestras
relaciones interpersonales, no porque los demás han cambiado o tienen que
cambiar, sino porque yo he cambiado.
Quizás algunas personas no logran resultados adecuados
en la crianza y disciplina de sus hijos porque carecen de autoridad interna. Estas
personas puede que exijan cosas de sus hijos que ellas mismas no practican. Y
eso precisamente hace que su autoridad se manifieste como autoritativa y
caprichosa, sin ningún sentido y valor para el hijo o hija, causando, al mismo
tiempo, conflictos entre los padres y los hijos.
Un ejemplo que nos ha dejado Gandhi.
Una pareja llevó a su hijo con Gandhi para que le
ayudara a persuadirlo de que no comiera dulces. Su hijo tenía complicaciones de
salud y el doctor le había sugerido dejar los dulces como única alternativa
para su sanación. La pareja lo había intentado muchas veces sin resultados.
Gandhi pidió a la pareja que trajeran al niño en dos semanas. Aunque la pareja
no lo entendió al momento, decidieron traer al niño en dos semanas. Gandhi se
entrevistó con el niño menos de un minuto, y el niño dejó de comer dulces.
La pareja curiosa preguntó a Gandhi qué había hecho.
Gandhi les respondió.”Bueno, lo único que hice fue decirle a su hijo que yo
había dejado de comer dulces desde hacia dos semanas y que no volvería a comer
dulces hasta que él se sanara y pudiera volver a comer dulces”.
En ese momento la pareja se dio cuenta de que ellos
estaban ingiriendo dulces y postres frente a su hijo y que estaban pidiendo
algo que ellos mismos no practicaban.
¿Estarías tú dispuesto o dispuesta a dejar cosas por el
bien de su hijo?
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