y bendijo a José diciendo: "El Dios en cuya presencia
anduvieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que ha sido mi pastor desde que
existo hasta el presente día, el
Ángel que me ha rescatado de todo mal, bendiga a estos muchachos; sean llamados
con mi nombre y con el de mis padres Abraham e Isaac, y multiplíquense y
crezcan en medio de la tierra."
Puesto que
la bendición patriarcal era un asunto importante en la vida familiar, José
procuró la bendición de Jacob para sus dos hijos, Manasés y Efraín. Jacob
procedió a dar a Efraín la mayor bendición, aunque era el menor. De esa manera
se repitió el modelo de anteriores generaciones en las cuales el menor había
tenido prelación sobre el primogénito. Sucedió con Ismael e Isaac, con Jacob y
Esaú, con Rubén y José y ahora con Manasés y Efraín. Después, Jacob bendijo a
sus propios hijos (lea Génesis 49:3-27 para profundizar el estudio), y murió en
Egipto.
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