Señor Nuestro Jesucristo: Como
Pedro, Santiago y Juan, que oyeron tu voz .angustiada en el Huerto de los
Olivos al decirles: «Velad conmigo», también nosotros en esta noche la escuchamos
y queremos estar muy cerca de ti.
Hace poco que les
has entregado tu cuerpo y tu sangre, hechos «alimento para la vida de los
hombres». Por eso hoy tu presencia en medio de nosotros es una realidad.
Déjanos estar
contigo.
Tenemos mucho que
agradecerte por tu legado a la Iglesia en la Ultima Cena: Institución de la
Eucaristía y del sacerdocio ministerial, para perpetuar tu presencia entre
nosotros; oración sacerdotal al Padre, en favor de tus futuros seguidores, y
promesa del Espíritu Santo Consolador.
Necesitamos
pedirte mucho, porque «el espíritu está pronto, pero la carne es débil».
y queremos, sobre
todo, acompañarte en la noche en que conmemoramos tu entrega al sacrificio y a
la muerte por los hombres.
Acéptanos, Señor,
en tu compañía.
Haz que hagamos
fecundo en nosotros tu sacrificio redentor.
y acuérdate de
nosotros tú que ya estás en tu Reino. Que vives y reinas con Dios Padre en la
unidad del Espíritu Santo, y eres Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
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