Dios tiene toda la sabiduría, el poder y la capacidad necesarios para cumplir lo que nos ha prometido. También ha demostrado integridad, pues siempre cumple sus promesas. Él es absolutamente fiel a su Palabra; es santo e inmutable; Él nunca cambia. Sus mandamientos, estatutos y promesas no se han transformado; son el reflejo de nuestro Dios inmutable. Él «es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos» He 13, 8.
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