Que abramos los ojos para ver nuestra realidad y nuestras posibilidades: ya no más ceguera. Jesús quiere sacarnos de todo los que huele a calabozo y a prisión. No nos quiere esclavos.
Cristo nos quiere libres. Libres para servir. Libres para poder siempre ayudarnos los unos a los otros. Libres para poder vivir como hermanos.
Pero no habrá liberación sin lucha. El precio de la libertad es esfuerzo y sufrimiento. Ese fue el precio que pagó Jesús. Y ese es también el precio nuestro.
El primer paso a dar es liberarnos de la esclavitud de la desunión. El hombre es liberador cuando trabaja unido.
Reflexionemos, pues, este día sobre nuestras esclavitudes y la lucha por la liberación a la que nos lleva la fe en Jesucristo. Caminemos por Cristo y en Cristo hacia nuestra liberación.
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