martes, 8 de mayo de 2018
Las alegrías de la vida humana son parte integrante de las promesas y bendiciones de Dios: la alegría incontenible de vivir, la alegría del esposo y de la esposa, la alegría de los hijos, la alegría del deber cumplido, la alegría de la obra bien hecha, la alegría limpia de la pureza, la alegría compartida de la amistad, la alegría del servicio generoso a los otros.
El Deuteronomio, expresa de modo concreto la felicidad que espera a quien escucha la voz de Dios: "Bendito seas en la ciudad, bendito seas en el campo, bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu suelo, el fruto de tu ganado, las crías de tus reses y el parto de tus ovejas; bendita tu cesta y tu artesa, bendito seas al entrar, bendito seas al salir; que el Señor te entregue ya vendidos los enemigos que, se alcen contra ti: saldrán contra ti por un camino, y por siete caminos huirán; que el Señor mande contigo la bendición, en tus graneros y en tus empresas, y te bendiga en la tierra que va a darte el Señor tu Dios" (Dt 28, 3-8).
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