jueves, 18 de abril de 2019

Preciosa sangre me purificó, gracias Señor, Preciosa sangre que me transformó gracias Jesús


¡Generoso Amigo, que das la vida por tus amigos! ¡Buen Pastor, que te entregaste a la muerte por tus ovejas!. ¡Y nosotros no éramos amigos, sino pecadores! Jesucristo por su santidad inmaculada, más blanco que la nieve.
 "¡Sangre y fuego, inestimable amor!", exclamaba Santa Catalina de Siena. "La flor preciosa del cielo, al llegar la plenitud de los tiempos, se abrió del todo y en todo el cuerpo, bañada por rayos de un amor ardentísimo. La llamarada roja del amor refulgió en el rojo vivo de la Sangre" (SAN BUENAVENTURA, La vid mística, 23).

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