El Señor Jesús se entregó como Salvador. Ahora todos los que creen en Él pueden ser perdonados, reconciliados con Dios y salvados de la pena del castigo eterno. Pero eso no es todo. Él también nos da vida eterna y la promesa de una herencia en el cielo.
No tenemos la capacidad de imaginar lo que fue dejar las glorias del cielo para venir al mundo como ser humano. Todo lo que podemos hacer es agradecer a Cristo por el regalo indescriptible de su ser.
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