La alabanza es el medio más claro y directo por el cual declaramos dependencia de Dios. Es una ratificación de su confianza en Èl en medio de las dificultades más densas. Es una confesión de su lealtad y devoción a Aquel que fue crucificado por nosotros y a quien estamos unidos eternamente.
Alabemos al Señor porque:
La alabanza magnifica a Dios: La alabanza pone nuestro enfoque en Dios, no en nuestros problemas. El poder, la presencia y la capacidad de Dios transforman nuestra manera de pensar.
La alabanza magnifica a Dios: La alabanza pone nuestro enfoque en Dios, no en nuestros problemas. El poder, la presencia y la capacidad de Dios transforman nuestra manera de pensar.
La alabanza nos hace humildes: Cuando adoramos a Dios, adquirimos una perspectiva correcta de nosotros mismos. La alabanza desinfla el orgullo y el ego. Ganamos una imagen personal saludable, basada en la perspectiva que Dios tiene de nosotros. Al quitarnos el orgullo, la alabanza nos fortalece contra la tentación.
La alabanza revela nuestra devoción a Dios: Si yo amo a Cristo, voy a alabarlo. Si El ocupa el primer lugar en mi vida, voy a honrarlo con adoración y acción de gracias.
La alabanza nos motiva a vivir en santidad: La alabanza abre nuestros corazones para que vivamos como Dios lo desea, santos y apartados para Èl, para que hagamos su voluntad por encima de la nuestra.
La alabanza aumenta nuestro gozo: El gozo es el compañero constante de la alabanza. Si nos sentimos deprimidos o desanimados, alabar a Dios nos traerá gozo prontamente.
La alabanza establece nuestra fe: Cuanto más grande veamos a nuestro Dios, más pequeños veremos nuestros problemas.
La alabanza eleva nuestras emociones: Las preocupaciones, los temores y las dudas no pueden sobrevivir por mucho tiempo en una atmósfera de alabanza.
Para ver una diferencia en la relación con Cristo y su andar con Èl, alabarlo es lo mejor. No deje de hacerlo, así se sienta inclinado a rendirse. Comprometernos a una vida de alabanza y compañerismo con Jesús, y experimentaremos la plenitud de gozo en Dios.
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