Cuando confiamos en el Señor, El controla nuestras circunstancias según su propósito, cuando confiamos dejamos de pelear, de huir, de estar iracundos, a la defensiva y le entregamos todas nuestras preocupaciones
En el Señor podemos resistir, reconociendo delante de El que somos débiles, incapaces e insuficientes para hacer lo que El nos ha llamado hacer, las cosas que por nosotros mismos no podríamos hacer.
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