La plenitud que habita en Cristo mora en nosotros, por eso estamos completos en Él. Él llena todo vacío que se pueda encontrar en nosotros con su amor; todo temor, toda falta de cariño y comprensión es satisfecha cuando lo recibimos, por eso es sanado nuestro corazón ya que Él sufrió en nuestro lugar, y gracias a sus heridas recibimos la paz y fuimos sanados.
Por tanto alejemos de nuestra vida todo vicio que pretenda llenar algún vacío, busquemos conocer el amor de Cristo para que así seamos llenos de toda la plenitud de Dios.
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