La misión de Jesús, bajo
la acción del Espíritu Santo, tiende principalmente a comunicar "el
Espíritu de vida o fuente de agua que salta hasta la vida eterna" (AG 4;
cf. Jn 4,14; 7,38-39). Esta vida consiste en la participación de la misma vida
divina, de suerte que "los fieles
tengan acceso al Padre por medio de Cristo en un mismo Espíritu" (AG
4; cf. Ef 2,18). La vida nueva que ofrece Jesús, abarca todo el ser humano en
toda su interioridad y en todas sus situaciones sociológicas y culturales. Jesús, llevado por la acción del Espíritu
Santo, predicaba, perdonaba, curaba, liberaba, guiaba, ayudaba en todos los
aspectos de la vida, orientando al ser humano hacia el amor.
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