Como bien
lo dice el proverbio chino; “Si haces planes para un año, siembra arroz. Si
haces planes para diez años, planta árboles. Si haces planes para toda la vida,
educa a una persona.”
Al crecer, el niño y la niña recordarán a quienes
les inspiraron, a quienes estuvieron ahí para marcar sus vidas; al que
le ayudó a llorar sus frustraciones, al que le dio la mano para comprender la
fórmula difícil, la persona paciente que le esperó hasta terminar la tarea, al
que expresó una palabra de aliento cuando ya no pretendía continuar.
La educación es la suma de cada uno de esos
momentos que van dejando una marca que se recuerda para toda la vida. Si educar es modelar, los niños captarán lo
que sus padres creen, al ver cómo éstos se comportan diariamente.
El éxito
en la vida no depende del centro educativo donde estudian los hijos. Los padres son responsables del
desarrollo adecuado de actitudes, valores y hábitos que les permitirán realizar
el viaje de la vida con acierto.
La
mucha ocupación de los padres, el deterioro familiar que experimentan los
hogares actualmente, entre otras situaciones, conduce a muchos padres y madres
a permanecer aislados del crecimiento de sus hijos. Al desentendernos de la formación de
nuestros hijos, estamos perdiendo el único tiempo que tendremos para
influenciar la construcción de su carácter, la concepción que tendrán de la
vida, y la oportunidad de proveerles de las herramientas necesarias para
desarrollar su proyecto de vida.
Los
padres tienen el privilegio y la responsabilidad de compartir sus experiencias
de vida con sus hijos. Cuente a sus hijos las aventuras que usted vivió cuando
estudiaba, lo que aprendió, cómo lo aprendió, lo que le gustaba más, cómo enfrentaba
los desafíos, y sobre el día que se enamoró por primera vez. Hablar con
ellos sobre sus experiencias diarias, les ayudará a entender mejor los
diferentes puntos de vista, valores, sueños, e intereses de otras
personas. Los padres no solamente necesitan hablar, sino también
necesitan escuchar, contestar preguntas, o ayudarles a enriquecer su
criterio. Esto les comunicará que valen mucho, que son aceptados y que no
están solos en el desafío de crecer.
Los padres necesitan planear algunas cosas que
pueden ayudar a su hijo a descubrir el mundo. Si no lo hacen, lo hará la
Internet, la pornografía, los amigos, y los medios de comunicación.
Los profesores más importantes en la vida de sus
hijos son los padres. Desde
que nacen, los hijos tienen hambre de aprender y descubrir el mundo que les
rodea. Hablar con ellos antes,
durante, y después de cualquier actividad, les ayuda a asimilar los pasos
necesarios en el proceso de aprendizaje. Esta conversación también mejorará la
comunicación y relación diaria con sus hijos. Cuanto más hable el uno con el
otro, mejor y más placentera será la comunicación y el conocimiento mutuo.
Si educar
es inspirar un espíritu libre capaz de juzgar la vida por ellos mismos,
entonces debemos invertir cantidad y calidad de tiempo en enseñarles valores que fortalezcan su discernimiento, su razonamiento, su capacidad de discriminar y
su habilidad de juzgar la vida con una sana conciencia.
Por esta
razón, hagamos que nuestros hijos nos recuerden por los buenos momentos que pasamos
juntos; cuando les acompañamos para hacer la tarea, por la paciencia mostrada
en la materia que le costaba, el día que les llevamos a la casa de un compañero
para estudiar, cuando nos tiramos al suelo para terminar el proyecto juntos,
las noches que los dormimos, las historias que les contamos, el día que nos
fuimos al parque a jugar; cuando dijimos: “adelante… te escucho”, y cuando nos
abrazamos después de una buena conversación.
Que nos
recuerden, respetando a los demás, valorando la vida y por las miles de veces
que nuestras miradas se cruzaron y les dijimos; “Te amo.”
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