jueves, 29 de marzo de 2018

La humildad es la base de la oración. “Nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene” (Rm. 8, 26) La humildad es una disposición necesaria para recibir gratuitamente el don de la oración; el hombre es un mendigo de Dios. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de Él (san Agustín)


Jesús enseña a sus discípulos es que la oración debe ser en “su Nombre” (Jn. 14, 13) ya que Él es “el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn. 14, 6), la certeza de ser escuchados en nuestra peticiones se funda en la promesa de Jesús: “Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré” (Jn. 14, 13-14).

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