La humildad es la base de la oración. “Nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene” (Rm. 8, 26) La humildad es una disposición necesaria para recibir gratuitamente el don de la oración; el hombre es un mendigo de Dios (san Agustín) Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de Él (san Agustín)
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