Si somos sinceros, la mayoría de nosotros admitiría que preferiríamos seguir nuestros propios planes a los de nuestro Padre celestial. Pero ¿qué bendiciones perdemos al adelantarnos al plan de Dios?
Siempre tenemos tiempo para esperar en Dios, y dicho tiempo siempre estará bien invertido. Aprenda a entregarle sus planes a Dios, y confíe en que el tiempo de Dios es perfecto para todas las cosas.
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