Si cedemos a la confianza en nosotros mismos y al temor, nos encontraremos yendo por caminos equivocados: podemos vacilar y debilitarnos, en vez de fortalecernos en la tormenta. A menudo, en la desesperación, pedimos dirección a otras personas en lugar de ir a nuestro Padre celestial. Nuestra primera reacción debe ser buscar entendimiento de Él sobre lo que está sucediendo. Por eso el tiempo con el Señor en su Palabra y la oración debe ser nuestra prioridad. Ahí es donde descubrimos sus propósitos y obtenemos paz.
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