San Jerónimo nació en Estridón (Dalmacia) hacia el año
340. Estudió en Roma y allí fue bautizado. Vivió la vida ascética y luego partió para
el Oriente, donde fue ordenado presbítero. Retorna a Roma y sirvió como
secretario del Papa Dámaso. De aquí que algunos artistas lo representen con
ropajes como de un cardenal.
En esos años empezó la traducción al latín de la Biblia
que fue llamada la “Vulgata” (de “vulgata editio”, “edición para el pueblo”) y
que se convirtió en el texto bíblico oficial de la Iglesia Católica
hasta la “Neovulgata” en 1979.
Posteriormente se va a vivir en Belén, donde trabajó
por el bien de la Iglesia y
ayudando a los necesitados. Es autor de una gran cantidad de obras, en especial
de comentarios de la Sagrada Escritura.
Retornó a la Casa del Padre el 30 de septiembre del 420
y su Fiesta litúrgica es una de las razones por las que en este mes se pone
énfasis en la Iglesia para profundizar en el amor a la Biblia.
El Papa Benedicto XVI,
en su audiencia general del 7 de noviembre del 2007 dijo: “Concluyo con unas
palabras que San Jerónimo dirigió a San Paulino de Nola. En ellas, el gran
exegeta expresa precisamente esta realidad, es decir, que en la palabra de Dios
recibimos la eternidad, la vida eterna. Dice San Jerónimo: ‘Tratemos de
aprender en la tierra las verdades cuya consistencia permanecerá también en el cielo’”.