miércoles, 30 de diciembre de 2020

Oración en familia para terminar y comenzar el año

 

“Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Al terminar este año queremos darte gracias por todo aquello que recibimos de ti. Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser. Te ofrecemos cuanto hicimos en este año, el trabajo que pudimos realizar, las cosas que pasaron por nuestras manos y lo que con ellas pudimos construir.

 Te presentamos a las personas que a lo largo de estos meses quisimos, las amistades nuevas y los antiguos que conocimos, los más cercanos a nosotros y los que estén más lejos, los que nos dieron su mano y aquellos a los que pudimos ayudar, con los que compartimos la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.Pero también, Señor, hoy queremos pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado.

 Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo. También por la oración que poco a poco se fue aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte. Por todos los olvidos, descuidos y silencios, nuevamente te pido perdón.A pocos minutos de iniciar un nuevo año, detengo mi vida ante el nuevo calendario aún sin estrenar y te presento estos días que sólo tú sabes si llegaré a vivirlos.

Hoy te pido para mí y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría. Quiero vivir cada día con optimismo y bondad llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.

Cierra tú mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes. Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno, que mi espíritu se llene sólo de bendiciones y las derrame a mi paso. Amén.”

1 Padre Nuestro, Ave María y Gloria

Oración de Noche vieja

Señor, ha pasado un año, con su cortejo de actividades, de trabajos, de idas y venidas. Te lo ofrecemos tal como lo hemos vivido y como Tú lo has visto. Míralo con amor y archívalo en los pliegues de tu misericordia.

Te damos gracias, Señor, por los beneficios que hemos recibido a lo largo de este año. Gracias por las noches tranquilas y por las horas inquietas. Gracias por la salud y la enfermedad. Gracias por la sonrisa amable y por la mano amiga…

Queremos confiarte ahora nuestros deseos de gozo y de paz para el año nuevo que va a comenzar. Señor, bendícenos y concédenos caminar por sendas de paz y de justicia.

También queremos pedirte, Señor, por todos los que han muerto y han ido a tu encuentro en este año que termina, por los que se sienten solos y vacíos en medio del ruido y de las luces de esta Nochevieja, por los enfermos y moribundos, y por todos los que sufren en su cuerpo o en su espíritu…

Haz que todos seamos iluminados con tu Verdad y fortalecidos con tu Vida, y que sepamos descubrir, en lo efímero del tiempo, la esperanza gozosa de tu Eternidad.

Amén.

Oración para el Año Nuevo

A ti, oh Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre, te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los ejércitos.
Los cielos y la tierra están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles, la multitud admirable
de los profetas, el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa, extendida por toda la tierra, te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo. Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre, aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el Reino de los Cielos.

Tú sentado a la derecha de Dios en la gloria del Padre.
Creemos que un día has de venir como juez.
Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eternal nos asociemos a tus santos.
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor y ensálzalo eternamente.

Día tras día te bendecimos y alabamos tu nombre
para siempre, por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.

Ven, Espíritu Creador, visita las almas de tus fieles y llena con tu divina gracia, los corazones que Tú creaste.

Tú, a quien llamamos Paráclito, don de Dios Altísimo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual unción.

Tú derramas sobre nosotros los siete dones; Tú, dedo de la diestra del Padre; Tú, fiel promesa del Padre, que inspiras nuestras palabras.

Ilumina nuestros sentidos, infunde tu amor en nuestros corazones y, con tu perpetuo auxilio, fortalece la debilidad de nuestro cuerpo.

Aleja de nosotros al enemigo, y danos pronto la paz; sé Tú nuestro guía, para que evitemos todo mal.

Por ti conozcamos al Padre, y también al Hijo; y creamos en ti, su Espíritu, por los siglos de los siglos.

Gloria a Dios Padre, y al Hijo que resucitó de entre los muertos, y al Espíritu Consolador, por los siglos de los siglos.

Amén.

 

La mayoría de las personas tienen aspiraciones. Algunas tienen como objetivo una carrera profesional de alto nivel o el éxito financiero, mientras que otros sueñan con impactar al mundo.


 Pero no importa cuáles sean nuestras metas, debemos ser conscientes de la visión que Dios tiene para sus hijos. Conocida como la Gran Comisión, nos encarga: “Id y haced discípulos a todas las naciones”.

¿Pero qué significa “hacer discípulos”? Algunos cristianos piensan que esto se refiere a agregar nuevos miembros a la Iglesia, pero a Dios no le interesan los números ni las apariencias externas; le importa un cambio genuino de corazón. Por eso, encarga a sus seguidores que guíen a otros, primero a la fe salvadora en Jesucristo, y luego al bautismo como una declaración pública de su confianza en el Salvador.

Después de que el Señor Jesús compartió estos objetivos, los discípulos pasaron el resto de sus días cumpliéndolos. De hecho, casi todos dieron su vida para llevarlos a cabo.
Este mandato no ha cambiado. Nuestro Padre todavía desea que compartamos el evangelio y que bauticemos a los que han sido salvos.

¿Está usted viviendo con el propósito de Dios como su guía? Pídale la valentía para compartir su mensaje de esperanza y amor.

 

domingo, 6 de diciembre de 2020

Si somos sinceros, la mayoría de nosotros admitiría que preferiríamos seguir nuestros propios planes a los de nuestro Padre celestial. Pero ¿qué bendiciones perdemos al adelantarnos al plan de Dios?

 



Siempre tenemos tiempo para esperar en Dios, y dicho tiempo siempre estará bien invertido. Aprenda a entregarle sus planes a Dios, y confíe en que el tiempo de Dios es perfecto para todas las cosas.


El pecado produce culpa, miedo, angustia, y hasta nos afecta físicamente. Y que alivio cuando confesamos nuestro pecado

 




No hay alegría más grande que saber que nuestros pecados han sido perdonados. Y no hay pena más grande que vivir albergando pecado.

¿A lo mejor alguien te ha causado una gran pena? ¿A lo mejor estás batallando con la cuestión del perdón? ¿Capaz estás tratando de deshacerte de la amargura que está destruyendo tu vida? ¡A lo mejor es tiempo de perdonar!

La obra de la justicia será paz, y el servicio de la justicia, tranquilidad y confianza para siempre, Entonces habitará Mi pueblo en albergue de paz, en mansiones seguras y en lugares de reposo. Isaías 32:17,18

 


Salomón escribió en Proverbios 14:30,“Un corazón apacible infunde vida al cuerpo, pero la envidia, corroe hasta los huesos.” Se supone que la cristiana DEBERÍA SENTIR PAZ, en medio de las dificultades. Ella debería tener un espíritu calmado y despreocupado.

JESUS DEMOSTRABA ESTA PAZ. El nunca andaba apurado, ni molesto, ni preocupado.  Jesús sabía – con respecto a Su humanidad – que iba a morir en la cruz por los pecados del mundo.

A pesar de que la sombra de la cruz se hacía “más y más” cercana con el pasar de los días…. Jesús nunca demostró el más mínimo miedo. Esto no inquietaba Su paz ni perturbaba Su confianza.

Paz espiritual es tener paz con Dios. Romanos 5:1 dice, “Así pues, justificados por la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.” ¡Esto es lo primordial! Tenemos que tener paz con Dios, antes de poder tener cualquier otro tipo de paz.