Ahora, ya sabes con certeza que el sembrador es Cristo.
Salió, pues, Cristo a sembrar su semilla; salió también para construir su
iglesia, "con tablas cepilladas", o sea, con santos, puros y
perfectos; y la calafateó con la brea de la misericordia y de la bondad,
"por dentro" con el afecto, y "por fuera" mediante el
ejercicio de las obras. Salió, pues, Cristo del seno del Padre y vino al mundo
para sembrar y para construir su iglesia, en la cual se conservará una semilla
que no se marchita, sino destinada a durar por los siglos de los siglos.
San Antonio de Padua
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