martes, 6 de septiembre de 2016
En nuestra vida las dificultades nos vienen a veces de fuera. Y otras muchas veces, de dentro: el cansancio, la desilusión, la desorientación.
Dios está cerca, nos conoce, no ignora nuestros problemas. Está siempre dispuesto a dar fuerza a los débiles y a los cansados. Incluso los jóvenes quedan a veces rendidos, y los guerreros tropiezan y caen: pero el que se fía de Dios renueva sus fuerzas, le nacen alas como de águila, y podrá correr sin cansarse, y marchar sin fatigarse.
Dios se preocupa de los suyos, perdona, cura, rescata de la fosa, está lleno de gracia y ternura.
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