martes, 1 de agosto de 2017

La vida cristiana es imitación de la de Cristo, pues Él se encarnó y os dio ejemplo para que sigáis sus pasos (1 Pedro 2, 21).

Servir


San Pablo exhortaba a los primeros cristianos a imitar al Señor con estas palabras: Tened los mismos sentimientos de Cristo Jesús (Filipenses 2, 5). Él es la causa ejemplar de toda santidad, es decir, del amor a Dios Padre. Nuestra santidad consiste  en permitir que nuestro ser más profundo se vaya configurando con el de Cristo, en procurar que nuestros sentimientos ante los hombres, ante las realidades  creadas, ante la tribulación, se parezcan más a los que Jesús tuvo, de manera que nuestra vida sea en cierto sentido, prolongación de la Suya.

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