La cultura actual, promueve una actitud soberbia y arrogante. El simple hecho de querer hacer las cosas a nuestra manera es un acto de falta de humildad. Al creer que tenemos todo bajo control, que no necesitamos de nadie para resolver nuestros problemas demostramos falta de humildad. Muchas veces tenemos tantos problemas que en lugar de buscar al Señor que todo lo puede, decidimos tratar de resolverlos a nuestra manera. Cuantas veces decidimos simplemente “ignorar” a Dios y sumirnos en una actitud de autocompasión. ¿Cuántas veces dejamos que las circunstancias nos derriben y nos hagan sentir derrotados?
Nuestra actitud debe ser la de postrarnos delante de Dios (humillarnos) y depositar en el toda ansiedad, porque El tiene cuidado de nosotros. El Señor dice que no nos inquietemos por nada, que más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presentemos nuestras peticiones a El dándole gracias.
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