Sabiduría y temor de Dios
Desde las más antiguas colecciones de Proverbios, aparece con
claridad la
convicción de que tanto en los conocimientos como en los proyectos
del hombre se encuentra la voluntad de Dios:
«El hombre medita muchos planes, pero se cumple el designio de Dios»
(Prov 19,21).
Es necio y presuntuoso quien se muestra seguro de sí mismo
creyendo
tener todo previsto y calculado: «No te tengas por sabio, teme al
Señor y
evita el mal» (Prov 3,7).
Sabiduría y temor de Dios corren la misma suerte: el crecimiento
en temor
de Dios hace crecer la sabiduría, como la maduración en la
sabiduría
desarrolla el sentido del «temor de Dios».
El «temor de Dios» es una noción compleja que contiene
prácticamente
todo el comportamiento del
creyente hacia Dios. No es sinónimo de pánico
ante su presencia o de miedo a un castigo por algún error que pueda
cometer
el hombre.
El «temor de Dios», bien entendido, lleva al orante al respeto, a
la confianza y al amor. Es reconocimiento y adoración al Dios que es totalmente Otro y que sin embargo se hace presente en la vida. Es la firme adhesión
del creyente a su Dios porque ha experimentado la presencia, el poder
benéfico y la fidelidad divina a pesar de los pecados humanos.
La expresión «temor de Dios» se aproxima a lo que nosotros
designamos
como «sentido religioso».
Puede dominar el aspecto moral de «guardar los mandamientos», pero
tiene más bien la dimensión positiva que lo hace comprender como «respeto reverencial» o como «adoración gozosa». Así se comprende el himno que el libro
del Eclesiástico le dedica en el primer capítulo y que es una clave para comprender todo lo que sigue. Para el Sirácida la verdadera sabiduría que conduce
a la perfecta alegría y a la plenitud de la vida humana comienza y culmina en el
temor de Dios.
El temor del Señor es gloria, honor deleite y corona de alegría.
El temor del Señor alegra el corazón, da larga vida
El que teme al Señor tendrá un buen final, el día de su muerte
será bendecido.
Principio de
la sabiduría es temer al Señor temer al Señor, acompaña a los fieles desde el seno
materno.
Entre los hombres estableció su morada para siempre, y con su
descendencia se mantendrá fiel.
Plenitud de
la sabiduría es temer al Señor, ella
embriaga a los fieles de sus frutos, llena toda su casa de tesoros y de sus
productos sus graneros.
Corona de sabiduría es el temor del Señor en ella
florecen paz y bienestar.
El Señor la vio y la midió; él hace llover ciencia e inteligencia,
y exalta la gloria de los que la poseen.
Raíz de
la sabiduría es temer al Señor sus ramas son larga vida.
(Eclo 1,11-20)
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