Precisamente el Papa Juan Pablo II nos ha advertido de
la necesidad de atender esta dimensión fundamental de la existencia. Recordemos
estas palabras de su última carta apostólica: “¿No es acaso un “signo de los
tiempos” el que hoy, a pesar de los vastos procesos de secularización, se
detecte una difusa exigencia de espiritualidad, que en gran parte se
manifiesta precisamente en una renovada necesidad de orar?. También las
otras religiones, ya presentes extensamente en los territorios de antigua
cristianización, ofrecen sus propias respuestas a esta necesidad, y lo hacen a
veces de manera atractiva. Nosotros, que tenemos la gracia de creer en Cristo,
revelador del Padre y Salvador del mundo, debemos enseñar a qué grado de
interiorización nos puede llevar la relación con él”
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