En la Palabra de Dios la
imagen de la roca evoca lo que es inmutable, indestructible: es el poder de
Dios manifestado en Cristo. El hombre pecador necesita, ante todo, esa roca
para su salvación. Sólo hay salvación en Jesucristo, muerto por los pecadores.
El que oye las palabras de
Jesús y las pone en práctica es comparado con el hombre que edificó su casa
sobre la roca. Cuidémonos de no ser como el insensato, quien edificó su casa en
la arena.
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