lunes, 16 de octubre de 2017
Hay que seguir copiando de la mujer cananea, por encima del rechazo, el amor a su hija y la confianza absoluta en Aquél a quien se dirigía resolvió a su favor la situación, que no se le presentaba favorable.
¡Qué bueno es orar! Hoy también. En medio del trasiego y la prisa, entre el ruido y el aturdimiento, a pesar del trabajo, por encima de los compromisos sociales y de las diversiones, en los días hábiles y en los de ocio, en el campo y en la ciudad, en casa y en el templo, ¡qué bueno encontrar sitio y hora para rezar! Un cristiano apenas podría explicarse sin esos momentos de oración sincera, calmada y reconfortante. Como un hombre apenas puede explicarse sin esos momentos de conversación sincera, pausada y reconfortante con los otros hombres y, sobre todo, con aquéllos con los que comparte ilusiones y proyectos.
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