martes, 17 de octubre de 2017
Pues el Dios que ha dicho: brille la luz en medio de las tinieblas, es el que ha encendido esa luz en nuestros corazones para que irradiemos el conocimiento de la gloria de Dios que está reflejada en el rostro de Cristo» (2Cor 4,6-10).
La sabiduría, en efecto, no es la más alta posibilidad de la vida cristiana. El desarrollo último del conocimiento de Dios lo procura el amor que es lo que nos introduce en el misterio insondable de Dios. «Pero el saber engríe: sólo el amor es de verdad provechoso. Si alguno cree que sabe
algo, es que todavía ignora cómo hay que saber. Pero si ama a Dios, entonces Dios está unido a él» (ICor 8, 1-11).
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