miércoles, 6 de julio de 2016

Nosotros, en cambio, con el rostro descubierto, reflejamos, como en un espejo, la gloria del Señor, y somos transfigurados a su propia imagen con un esplendor cada vez más glorioso, por la acción del Señor, que es Espíritu. 2 Cor 3, 18


No hay comentarios:

Publicar un comentario