martes, 28 de abril de 2015

ORACIÓN A SAN VICENTE FERRER, ABRIL



¡Amantísimo Padre y Protector mío, San Vicente Ferrer! Alcánzame una fe viva y sincera para valorar debidamente las cosas divinas, rectitud y pureza de costumbres como la que tú predicabas, y caridad ardiente para amar a Dios y al prójimo. Tú, que nunca dejaste sin consuelo a los que confían en ti, no me olvides en mis tribulaciones. Dame la salud del alma y la salud del cuerpo. Remedia todos mis males. Y dame la perseverancia en el bien para que pueda acompañarte en la gloria por toda la eternidad. Amén.
Tres Padrenuestros a San Vicente Ferrer pidiendo por las necesidades de todos sus devotos.
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ORACIÓN PARA IMPLORAR LA PODEROSA 
INTERCESIÓN DE SAN VICENTE FERRER
Gloriosísimo padre mío San Vicente, bienhechor mío amabilísimo, convencido de la gloria y poderío de que gozas ante Dios, y que ejerces en favor de todos los verdaderos devotos tuyos, y animado también de grandísima confianza en tu poderoso patrocinio, vengo a ti en visita humilde, me postro delante de tu santa imagen, como un hijo ante su amoroso padre, como un pobre vasallo ante su generoso rey, como un afligido enfermo ante su compasivo médico. Veme aquí arrodillado a tus benditos pies, lleno de pesares y tristezas, de enfermedades y miserias, lleno, en fin, de toda clase de necesidades en el alma y en el cuerpo. A ti he acudido con toda mi fe y toda mi confianza para que te dignes remediarme, sacándome de angustias y concediéndome los favores que te pido.
Ayúdame, pues, Santo mío, poderosísimo y clemente; sáname de las dolencias que me afligen; alcánzame de Dios la gracia de convertirme de todo corazón a El y de servirle hasta la muerte; consuélame y aliéntame en todos mis trabajos con tu asistencia santa; líbrame de todos los peligros que por todas partes me rodean y consérvame siempre la salud que necesito en alma y cuerpo para que de esta manera pueda cumplir los divinos mandamientos y las obligaciones de mi propio estado, y pueda también seguir honrándote a ti mismo con devoción ferviente y con toda mi tierna gratitud por tus bondades de verdadero padre para conmigo.
Escúchame, Santo mío, acogiendo benignamente mis clamores; y al concederme los favores que a ti pido y espero, concédeme también la gran dicha de imitarte en tus preciosas virtudes, especialmente en el amor a Jesucristo, Redentor Divino nuestro, en la caridad para con mis prójimos, en la mortificación de mis sentidos, en la devoción tierna y constante a nuestra amantísima Madre, la Santísima Virgen del Rosario, y, en fin, en la meditación continua de mi muerte y del tremendo día del juicio. Así sea.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias por todas las necesidades de los devotos de San Vicente.
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ORACIÓN EN ACCIÓN DE GRACIAS 
E IMPLORANDO NUEVOS FAVORES
Gracias fervientes y rendidas te doy, misericordiosísimo Santo mío, por todos los beneficios que con tu poderoso valimiento ante el Dios de la Majestad te has dignado concederme. Tu sola presencia transporta de gozo el alma y la inunda de esperanza y de consuelo, y todas las veces que lleno de fe, humildad y confianza he venido aquí, ante tu sagrada imagen, a pedirte favores del cielo convenientes para mi cristiano bienestar, confieso que por tu eficaz mediación los he obtenido, y así lo reconozco agradecido.
Tu misma figura de Angel, de Apóstol y de Médico de los pueblos es para mi alma un beneficio, porque al mirarte en tu altar como un celestial Protector de tus devotos, y al contemplar tu maravillosa vida, tan rica de heroicas virtudes, también mi corazón se siente atraído al amor de Jesucristo Señor Nuestro, que tan bueno es para cuantos le invocan, le aman y le sirven, y que tan grande te hizo en la tierra y en el cielo. Y si de tu presencia paso a la consideración particular de tu inmensa caridad para con los enfermos, los afligidos y los menesterosos de tu auxilio, veo-al recuerdo de tus anteriores beneficios-que cada día debo serte más devoto y esperar de tu intercesión valiosísima y de tu gran poder todos cuantos más favores necesite para el alma y para el cuerpo, para mi persona y para mi familia, para la Iglesia de Dios y para nuestra patria.
Alabo, pues, y bendigo a Dios, glorioso y compasivo Santo mío, por tantas mercedes y extra ordinarios favores como a tus verdaderos devotos acostumbras a conceder, por los íntimos consuelos con que en esta mi humilde, pero filial visita, has tenido a bien favorecerme. Que tampoco en lo sucesivo me niegues tu amabilísima asistencia y tu poderosa protección es lo que al separarme por breve tiempo de tu santa imagen te pido, Santo mío. Aunque de tu consoladora vista me retiro, llamado por las obligaciones de mi estado, tú, sin embargo, jamás dejes de seguirme con tus amantes ojos, ni de ampararme con tu benéfica sombra, ni de concederme, en fin, los favores que de nuevo llegare yo a solicitar de tu ilimitada caridad, para que así, amando a Dios y sirviéndole con una vida de veras cristiana, y honrándote al mismo tiempo a ti, amabilísimo Protector mío, sobre todo con la imitación de tus virtudes, merezca por tu intercesión verme libre de todo mal en el tiempo y alabar contigo la infinita misericordia de Dios en una eternidad feliz. Amén.


lunes, 27 de abril de 2015

¿Cómo ser un buen pastor? Papa Francisco

Ser buenos pastores

lleven a todos la Palabra de Dios, que ustedes mismos han recibido con alegría. lean y mediten asiduamente la Palabra del Señor para creer aquello que han leído, enseñar aquello que han aprendido en la fe y vivir aquello que han enseñado”. Y “que este sea el alimento del Pueblo de Dios.
El perfume de su vida será el testimonio, porque el ejemplo edifica, pero las palabras sin ejemplo son palabras vacías, son ideas y no llegan nunca al corazón y hacen mal.
tener siempre ante sus ojos el ejemplo del Buen Pastor, que no ha venido para ser servicio, sino para servir; no para permanecer en sus comodidades, sino para salir y buscar y salvar aquello que estaba perdido

Servir es una forma de ser, antes de convertirse en actividad.


El servidor primero aprende a amar. Si ama a su Señor amará también servirle.
El servicio desinteresado fluye del corazón que ama.
Servimos porque SOMOS servidores.
Tenemos el corazón bien dispuesto por la escucha obediente al Señor. Ocurre cuando el corazón se asemeja al de Jesús en el amor. Esta es la obra del Espíritu Santo. Es por eso que María Santísima es el mejor ejemplo de servidora. Nadie ama a Jesús como ella. Ella es la mujer del FIAT, "hágase Tu voluntad"
El más grande es el que más sirve (y el que más escucha)                  


miércoles, 22 de abril de 2015

Oración de San Francisco a la madre Tierra (San Francisco, 1182-1226)

Oración de San Francisco (San Francisco, 1182-1226) 


Querida madre tierra, que día con día revela la enriquecedora bendición en nuestro camino, ¡Oh, alabado seas, Señor! ¡Aleluya! Las frutas y las flores que crecen verdes, dejad demostrar su abundante alabanza. Oh, alabado seas, Señor, Oh alabado seas, Señor, Aleluya, Aleluya, Aleluya.
 Oración  
Oh Señor, concédenos la gracia de profundizar en nuestro respeto y cuidado de tu Creación. Señor, escucha nuestra oración. Oh Señor, ayúdanos a reconocer la santidad de todas tus criaturas como señales de tu maravilloso amor. Señor, escucha nuestra oración. Oh Señor, ayúdanos a apartarnos del consumo egoísta de recursos que son para todos, y a ver los impactos de nuestras elecciones sobre los pobres y vulnerables. Señor, escucha nuestra oración. Oh Señor, enciende nuestra imaginación para que podamos encontrar nuevas maneras de vivir en armonía con la creación y nuevas tecnologías para revertir el daño que hemos hecho a tu Creación. Señor, escucha nuestra oración

Jesús, la promesa que haces de acoger siempre a quien se acerca a Ti me llena de confianza y entusiasmo. Quiero cumplir siempre tu voluntad. Haz que esta oración abra mi entendimiento, disponga mi voluntad y avive mi amor, para que nunca me estanque en el conformismo

JESUS PAN DE VIDA

En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. Jn 6, 35





Lo contrario a cumplir la voluntad de Dios comenzó en el Paraíso, con la no obediencia de Adán. Y esa desobediencia ha llevado el mal a toda la humanidad. También los pecados son actos de no obedecer a Dios, de no hacer su voluntad. Sin embargo, el Señor nos enseña que este es el camino, no hay otro. Y comienza con Jesús, sí, en el Cielo, en la voluntad de obedecer al Padre.

Pero cumplir la voluntad de Dios «no es fácil». No fue fácil para Jesús que fue tentado en el desierto y en el huerto de los olivos. Tampoco lo fue para algunos discípulos, que lo dejaron porque no entendieron qué quería decir hacer la voluntad del Padre.

martes, 7 de abril de 2015

Somos llamados a permear de valores cristianos los ambientes en los que trabajamos. Papa francisco




Como laicos --ha asegurado el Papa-- sois personas inmersas en el mundo y os comprometéis dentro de la realidad terrena para servir al bien del hombre. “Sois llamados a permear de valores cristianos los ambientes en los que trabajais con el testimonio y la palabra, encontrando a las personas en sus situaciones concretas, para que tengan plena dignidad y sean alcanzadas por la salvación de Cristo”, ha especificado el Santo Padre. Asimismo ha animado a los presentes a “ser laicos en primera línea, a sentiros parte activa en la misión de la Iglesia, a vivir vuestra secularidad dedicándoos a las propias realidades de la ciudad terrena: la familia, las profesiones, la vida social en las distintas expresiones”. Así, se puede contribuir en forma de fermento “a llevar al Espíritu Santo en las llagas de la historia con el testimonio de la fe, de la esperanza y de la caridad”.

Ven Espítiru ven y lléname Señor con tu preciosa unción, purifícame y lávame, renuévame, restáurame Señor con tu poder


El pueblo que caminaba en la tinieblas diviso una gran luz…” y sobre este punto reconoceremos que Cristo es esa luz maravillosa que ilumina a todo el mundo.


domingo, 5 de abril de 2015

Jesús en esta Pascua ha resucitado, verdaderamente resucitado hermanos



La resurrección de Jesús es la mejor noticia que podíamos recibir los hombres. Es la resurrección de Jesús la que sostiene y da sentido a nuestra fe. “Si Cristo no resucitó, vana es nuestra predicación, vana también vuestra fe_ Si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, somos los más desgraciados de todos los hombres. Pero no, ¡Cristo resucitó de entre los muertos!” (1 Co 15, 14-20).
La resurrección de Jesús ha sido el acontecimiento decisivo para la fe cristiana. A partir de la resurrección, los cristianos creemos en Dios con una luz nueva, vivimos nuestra fe en Jesús con una profundidad nueva, comprendemos nuestra existencia y nos enfrentamos a ella con una esperanza nueva. Vamos a tratar de comprender un poco la novedad que nos aporta la resurrección de Jesucristo.

La fe en Cristo resucitado, la fuerza resucitadora del amor

 1. Una fe nueva en Dios, Padre de Jesucristo




  - Dios, fiel a sus promesas
  - Dios vencedor de la muerte
  - Dios, futuro del hombre
  - Dios, protesta contra el mal

 2. Una fe nueva en Jesús, resucitado por el Padre
  - Jesús, nuestro Salvador
  - Jesús, Hijo de Dios vivo
  - Jesús, vivo en su comunidad
  - El encuentro con Jesús vivo
  - Cristo resucitado, futuro del hombre

 3. Una fe nueva en  la vida del hombre
  - El mal no tiene la última palabra
  - La historia del hombre tiene una meta
  - Una nueva fuerza liberadora
  - La fuerza resucitadora del amor

sábado, 4 de abril de 2015

Sábado Santo, Es un día de meditación y silencio.

 

Sábado Santo, algo parecido a la escena que nos describe el libro de Job, cuando los amigos que fueron a visitarlo, al ver su estado, se quedaron mudos, atónitos ante su inmenso dolor: "se sentaron en el suelo junto a él, durante siete días y siete noches. Y ninguno le dijo una palabra, porque veían que el dolor era muy grande" (Job. 2, 13).
Eso sí, no es un día vacío en el que "no pasa nada". Ni un duplicado del Viernes. La gran lección es ésta: Cristo está en el sepulcro, ha bajado al lugar de los muertos, a lo más profundo a donde puede bajar una persona. Y junto a Él, como su Madre María, está la Iglesia, la esposa. Callada, como él.
El Sábado está en el corazón mismo del Triduo Pascual. Entre la muerte del Viernes y la resurrección del Domingo nos detenemos en el sepulcro. Un día puente, pero con personalidad. Son tres aspectos - no tanto momentos cronológicos - de un mismo y único misterio, el misterio de la Pascua de Jesús: muerto, sepultado, resucitado:
"...se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo...se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, es decir conociese el estado de muerte, el estado de separación entre su alma y su cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el momento en que Él expiró en la cruz y el momento en que resucitó. Este estado de Cristo muerto es el misterio del sepulcro y del descenso a los infiernos. Es el misterio del Sábado Santo en el que Cristo depositado en la tumba manifiesta el gran reposo sabático de Dios después de realizar la salvación de los hombres, que establece en la paz al universo entero".

Jesucristo, Sacerdote. El Salvador del mundo. De un modo personal, profundo, quiere ser, también, Tú Salvador


Nuestro corazón está herido por el pecado, nuestra mente vive dispersa en mil distracciones vanas, nuestra voluntad flaquea entre el bien y el mal, entre el egoísmo y el amor.  ¿Quién nos salvará? ¿Quién nos apartará del pecado y de la muerte? Sólo Dios. Por eso necesitamos acercarnos a Él para pedir perdón.  Pero, entonces, "¿quién subirá al monte de Yahveh?, ¿quién podrá estar en su recinto santo?" Sólo alguien bueno, sólo alguien santo: "El de manos limpias y puro corazón, el que a la vanidad no lleva su alma, ni con engaño jura" (Sal 24,3-4).  Sabemos quién es el que tiene las manos limpias, quién es el que tiene un corazón puro, quién puede rezar por nosotros: Jesucristo.  Jesucristo puede presentarse ante el Padre y suplicar por sus hermanos los hombres. Es el verdadero, el único, el "Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec" (Hb 5,10; 6,20). Es el auténtico "mediador entre Dios y los hombres" (1Tm 2,5), como explica el "Catecismo de la Iglesia Católica" (nn. 1544-1545).  Cristo es el único Salvador del mundo. De un modo personal, profundo, quiere ser, también, mi Salvador.  Celebrar a Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, nos llena de alegría. El altar recibe la Sangre del Cordero. El Sacerdote que ofrece, que se ofrece como Víctima, es el Hijo de Dios e Hijo de los hombres. El Padre, desde el cielo, mira a su Hijo, el Cordero que quita el pecado del mundo, el Sumo Sacerdote que se compadece de sus hermanos.  El pecado queda borrado, el mal ha sido vencido, porque el Hijo entregó su vida para salvar a los que vivían en tinieblas y en sombras de muerte (cf. Lc 1,79).  Podemos, entonces, subir al monte del Señor, acercarnos al altar de Dios, participar en el Banquete, tocar al Salvador.  Como en la Última Cena, Jesús nos dará su Cuerpo y su Sangre. Como a los Apóstoles, lavará nuestros pies, y nos pedirá que le imitemos: "Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve” (Lc 22,27). “Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros” (Jn 13,15).  Ese es nuestro Sumo Sacerdote, el Cordero que salva, el Hijo amado del Padre. A Él acudimos, cada día, con confianza: "Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado.  Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia para una ayuda oportuna" (Hb 4,15-16). 

jueves, 2 de abril de 2015

El peligro que corre el devoto consiste en pensar que no tiene necesidad alguna de la bondad de Dios, en no aceptar la gracia; es el riesgo a que se halla expuesto el hijo mayor en la parábola del hijo pródigo, el riesgo de los obreros de la primera hora (Mt 20,1-16), el peligro de aquellos que murmuran y sienten envidia porque Dios es bueno. Desde esta perspectiva, ser cristiano significa dejarse lavar los pies o, en otras palabras, creer.

«Y he aquí que me levanto y abro.



¡Oh Cristo, lava  nuestros pies: perdona nuestras deudas, porque nuestro amor no se ha extinguido, porque  también nosotros perdonamos a nuestros deudores! Cuando te escuchamos, exultan  contigo en el cielo los huesos humillados. Pero cuando te predicamos, pisamos la tierra para  abrirte paso; y, por ello, nos conturbamos si somos reprendidos, y si alabados, nos  hinchamos de orgullo. Lava nuestros pies, que ya han sido purificados, pero que se han  ensuciado al pisar los caminos de la tierra para abrirte la puerta (Ibid.. LVII, 6, p.472). 
San Agustín

Tributemos alabanza, gloria y honor


V/ Les diste el Pan del Cielo
R/ Que contiene en sí todo deleite

 Oremos: Oh Dios, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu Pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu Redención. Tú que vives y reinas... 
ALABANZAS AL SANTÍSIMO SACRAMENTO 
Bendito sea Dios.
Bendito sea su santo nombre. 
Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Bendito sea el nombre de Jesús. 
Bendito sea su sacratísimo Corazón. 
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del altar. 
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito. 
Bendita sea la excelsa Madre de Dios., María Santísima. 
Bendita sea su santa e inmaculada Concepción. 
Bendita sea su gloriosa Asunción. 
Bendito sea el nombre de María, Virgen y Madre. 
Bendito sea San José, su castísimo esposo. 
Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos.