¡Amantísimo
Padre y Protector mío, San Vicente Ferrer! Alcánzame una fe viva y sincera para
valorar debidamente las cosas divinas, rectitud y pureza de costumbres como la
que tú predicabas, y caridad ardiente para amar a Dios y al prójimo. Tú, que
nunca dejaste sin consuelo a los que confían en ti, no me olvides en mis
tribulaciones. Dame la salud del alma y la salud del cuerpo. Remedia todos mis
males. Y dame la perseverancia en el bien para que pueda acompañarte en la
gloria por toda la eternidad. Amén.
Tres Padrenuestros a San Vicente Ferrer pidiendo por
las necesidades de todos sus devotos.
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ORACIÓN PARA IMPLORAR LA PODEROSA
INTERCESIÓN DE SAN VICENTE FERRER
INTERCESIÓN DE SAN VICENTE FERRER
Gloriosísimo
padre mío San Vicente, bienhechor mío amabilísimo, convencido de la gloria y
poderío de que gozas ante Dios, y que ejerces en favor de todos los verdaderos
devotos tuyos, y animado también de grandísima confianza en tu poderoso
patrocinio, vengo a ti en visita humilde, me postro delante de tu santa imagen,
como un hijo ante su amoroso padre, como un pobre vasallo ante su generoso rey,
como un afligido enfermo ante su compasivo médico. Veme aquí arrodillado a tus
benditos pies, lleno de pesares y tristezas, de enfermedades y miserias, lleno,
en fin, de toda clase de necesidades en el alma y en el cuerpo. A ti he acudido
con toda mi fe y toda mi confianza para que te dignes remediarme, sacándome de
angustias y concediéndome los favores que te pido.
Ayúdame,
pues, Santo mío, poderosísimo y clemente; sáname de las dolencias que me afligen;
alcánzame de Dios la gracia de convertirme de todo corazón a El y de servirle
hasta la muerte; consuélame y aliéntame en todos mis trabajos con tu asistencia
santa; líbrame de todos los peligros que por todas partes me rodean y
consérvame siempre la salud que necesito en alma y cuerpo para que de esta
manera pueda cumplir los divinos mandamientos y las obligaciones de mi propio
estado, y pueda también seguir honrándote a ti mismo con devoción ferviente y
con toda mi tierna gratitud por tus bondades de verdadero padre para conmigo.
Escúchame,
Santo mío, acogiendo benignamente mis clamores; y al concederme los favores que
a ti pido y espero, concédeme también la gran dicha de imitarte en tus
preciosas virtudes, especialmente en el amor a Jesucristo, Redentor Divino
nuestro, en la caridad para con mis prójimos, en la mortificación de mis
sentidos, en la devoción tierna y constante a nuestra amantísima Madre, la
Santísima Virgen del Rosario, y, en fin, en la meditación continua de mi muerte
y del tremendo día del juicio. Así sea.
Tres
Padrenuestros, Avemarías y Glorias por todas las necesidades de los devotos de
San Vicente.
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ORACIÓN EN ACCIÓN DE GRACIAS
E IMPLORANDO NUEVOS FAVORES
Gracias
fervientes y rendidas te doy, misericordiosísimo Santo mío, por todos los
beneficios que con tu poderoso valimiento ante el Dios de la Majestad te has
dignado concederme. Tu sola presencia transporta de gozo el alma y la inunda de
esperanza y de consuelo, y todas las veces que lleno de fe, humildad y confianza
he venido aquí, ante tu sagrada imagen, a pedirte favores del cielo
convenientes para mi cristiano bienestar, confieso que por tu eficaz mediación
los he obtenido, y así lo reconozco agradecido.
Tu
misma figura de Angel, de Apóstol y de Médico de los pueblos es para mi alma un
beneficio, porque al mirarte en tu altar como un celestial Protector de tus
devotos, y al contemplar tu maravillosa vida, tan rica de heroicas virtudes,
también mi corazón se siente atraído al amor de Jesucristo Señor Nuestro, que tan
bueno es para cuantos le invocan, le aman y le sirven, y que tan grande te hizo
en la tierra y en el cielo. Y si de tu presencia paso a la consideración
particular de tu inmensa caridad para con los enfermos, los afligidos y los
menesterosos de tu auxilio, veo-al recuerdo de tus anteriores beneficios-que
cada día debo serte más devoto y esperar de tu intercesión valiosísima y de tu
gran poder todos cuantos más favores necesite para el alma y para el cuerpo,
para mi persona y para mi familia, para la Iglesia de Dios y para nuestra
patria.
Alabo,
pues, y bendigo a Dios, glorioso y compasivo Santo mío, por tantas mercedes y
extra ordinarios favores como a tus verdaderos devotos acostumbras a conceder,
por los íntimos consuelos con que en esta mi humilde, pero filial visita, has
tenido a bien favorecerme. Que tampoco en lo sucesivo me niegues tu amabilísima
asistencia y tu poderosa protección es lo que al separarme por breve tiempo de
tu santa imagen te pido, Santo mío. Aunque de tu consoladora vista me retiro,
llamado por las obligaciones de mi estado, tú, sin embargo, jamás dejes de
seguirme con tus amantes ojos, ni de ampararme con tu benéfica sombra, ni de
concederme, en fin, los favores que de nuevo llegare yo a solicitar de tu
ilimitada caridad, para que así, amando a Dios y sirviéndole con una vida de
veras cristiana, y honrándote al mismo tiempo a ti, amabilísimo Protector mío,
sobre todo con la imitación de tus virtudes, merezca por tu intercesión verme
libre de todo mal en el tiempo y alabar contigo la infinita misericordia de
Dios en una eternidad feliz. Amén.
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