Agradecidos por la oportunidad de servir y compartir el Evangelio para hacer que todos conozcan a Cristo Jesús

El Evangelio nos enseña a amar y a perdonar, a ser solidarios con los que sufren, a compartir lo que tenemos con los necesitados.

Jesús nos invita a crear un mundo justo y humano en el que podamos relacionarnos como hermanos, como amigos. Para eso viene Jesús y para esto debemos preparamos: para recibirlo en nuestras vidas y en nuestros hogares, para comprometernos con él a llevar el peso de los que están a punto de desfallecer en sus trabajos y en sus angustias.

El Hijo de Dios nos sale al encuentro, nos acoge y se nos manifiesta, nos repite cuanto dijo a los discípulos la tarde de Pascua: « Como el Padre me envió, también yo os envío » (Jn 20, 21).

Nuestra misión es llevar a Cristo: “No hay evangelización verdadera, mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazareth Hijo de Dios”.

La religiosidad pura y sin mancha delante de Dios, nuestro Padre, consiste en ocuparse de los huérfanos y de las viudas cuando están necesitados, y en no contaminarse con el mundo. San 1, 27

El verdadero siervo es humilde, debemos poner la mirada en la necesidad de los demás, agradar a Dios y cumplir con la misión que se le ha dado.

Anuncia el amor de Dios a las almas encendiendo la llama del fuego de su amor.