jueves, 27 de febrero de 2014

LAS BIENAVENTURANZAS, los pobres de espiritu son los que reconocen humildemente su necesidad de ayuda divina




LAS BIENAVENTURANZAS
(Mt 5,3-12)


Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.

Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.

Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.

Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.

Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos.

Las bienaventuranzas están en el centro de la predicación de Jesús. Con ellas Jesús recoge las promesas hechas al pueblo elegido desde Abraham; pero las perfecciona ordenándolas no sólo a la posesión de una tierra, sino al Reino de los cielos:

Las bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo y describen su caridad; expresan la vocación de los fieles asociados a la gloria de su Pasión y de su Resurrección; iluminan las acciones y las actitudes características de la vida cristiana; son promesas paradójicas que sostienen la esperanza en las tribulaciones; anuncian a los discípulos las bendiciones y las recompensas ya incoadas; quedan inauguradas en la vida de la Virgen María y de todos los santos.
  
Las bienaventuranzas que marcan el inicio del Sermón de la Montaña, el primero de los sermones de Nuestro Señor en el Evangelio de San Mateo. Cuatro de ellas reaparecen en una forma ligeramente diferente en el Evangelio de San Lucas (6, 22), de igual modo al comienzo de un sermón, y que discurren paralelamente a Mateo, 5-7, si no a otra versión del mismo. Y aquí se ilustran con la oposición de las cuatro maldiciones. El relato más completo y el lugar más destacado que se da a las Bienaventuranzas en San Mateo están bastante de acuerdo con el alcance y la tendencia del Primer Evangelio, en el que el carácter espiritual del reino mesiánico – la idea suprema de las Bienaventuranzas – es continuamente destacado, en agudo contraste con los prejuicios judíos.

La forma en la que Nuestro Señor manifestó sus bienaventuranzas las convierte, quizás, en el único ejemplo de sus dichos que puede ser calificado de poético al ser inequívocamente claro el paralelismo de pensamiento y expresión, que es la característica más notable de la poesía bíblica.

Primera bienaventuranza.-

La palabra pobre parece representar un encorvado, afligido, miserable, pobre; mientras que manso es más bien sinónimo de la misma raíz, que se inclina, humilde, manso, gentil. Algunos agregan también a la primera palabra un sentido de humildad; otros piensan en los “mendigos ante Dios” que reconocen humildemente su necesidad de ayuda divina.

Los bienaventurados son pobres “de espíritu”, que por su propia voluntad están dispuestos a soportar por amor de Dios esta dolorosa y humilde condición, incluso aunque realmente sean ricos y felices; mientras que, por otro lado, los realmente pobres pueden no alcanzar esta pobreza “de espíritu”.

Segunda bienaventuranza.-

Puesto que la pobreza es un estado de humilde sujección, el “pobre de espíritu”, está próximo al “manso”, sujeto de la segunda bienaventuranza. Los que humilde y mansamente se inclinan ante Dios y el hombre, “heredarán la tierra” y poseerán su herencia en paz. Esta es una frase tomada del Salmo 36 donde se refiere a la Tierra Prometida de Israel, pero aquí en las palabras de Cristo, es por supuesto sólo un símbolo del Reino de los Cielos, el reino espiritual del Mesías.

Tercera bienaventuranza.-

Los “que lloran” en la tercera bienaventuranza se oponen en Lucas (6, 25) a la risa y a la alegría mundana de similar carácter frívolo. Los motivos del llanto no derivan de las miserias de una vida de pobreza, abatimiento y sometimiento, sino más bien los de las miserias que el hombre piadoso sufre en sí mismo y en otros, y la mayor de todas el tremendo poder del mal por todo el mundo.

A tales dolientes el Señor Jesús les trae el consuelo del reino celestial, “la consolación de Israel” predicha por los profetas, incluso los judíos tardíos conocían al Mesías por el nombre de Menahem, el Consolador.

Estas tres bienaventuranzas, pobreza, abatimiento y sometimiento son un elogio de lo que ahora se llaman virtudes pasivas: abstinencia y resistencia, y la Octava Bienaventuranza nos lleva de nuevo a la enseñanza.

Cuarta Bienaventuranza.-

Lo primero de todo, “hambre y sed” de justicia: un deseo fuerte y continuo de progreso en perfección moral y religiosa, cuya recompensa será el verdadero cumplimiento del deseo, el continuo crecimiento en santidad.

Quinta Bienaventuranza.-

A partir de este deseo interior se debe dar un paso más hacia la acción por las obras de “misericordia”, corporales y espirituales. Por medio de éstas los misericordiosos logran la misericordia divina del reino mesiánico, en esta vida y en el juicio final.

La maravillosa fertilidad de la Iglesia en obras e instituciones de misericordia corporal y espiritual de toda clase muestra el sentido profético, por no decir el poder creativo, de esta sencilla palabra del Maestro divino.

Sexta Bienaventuranza.-

Según la Biblia, la “limpieza de corazón” no puede encontrarse exclusivamente en la castidad interior, ni siquiera, en una pureza general de conciencia, como opuesta a la pureza levítica, o legal, exigida por escribas y fariseos. Cuando menos el lugar adecuado de tal bienaventuranza no parece estar entre la misericordia y la pacificación, ni detrás de la virtud aparentemente de más alcance del hambre y sed de justicia.

Pero frecuentemente en el Antiguo y Nuevo Testamento el “corazón puro” es la simple y sincera buena intención, el “ojo sano”, y opuesto así a los inconfesables fines de los fariseos. Este “ojo sano” o “corazón puro” es más que todo lo precisado en las obras de misericordia y celo en beneficio del prójimo. Y se pone de manifiesto a la razón que la bienaventuranza, prometida a esta continua búsqueda de la gloria de Dios, consistirá en la “visión” sobrenatural del propio Dios, la última meta y finalidad del reino celestial en su plenitud.

Séptima Bienaventuranza.-

Los “pacíficos” son no sólo los que viven en paz con los demás sino que además hacen lo mejor que pueden para conservar la paz y la amistad entre los hombres y entre Dios y el hombre, y para restaurarlas cuando han sido perturbadas.

Es por esta obra divina, “una imitación del amor de Dios por el hombre” como la llama San Gregorio de Nisa, por la que serán llamados hijos de Dios, “hijos de su Padre que está en los cielos”.

Octava Bienaventuranza.-

Cuando después de todo esto a los piadosos discípulos de Cristo se les retribuya con ingratitud e incluso “persecución” no será sino una nueva bienaventuranza, “pues suyo es el reino de los cielos”.

Así, la última bienaventuranza vuelve a la primera y a la segunda. Los piadosos, cuyos sentimientos y deseos, cuyas obras y sufrimientos se presentan ante nosotros, serán bienaventurados y felices por su participación en el reino mesiánico, aquí y en el futuro.

Las ocho condiciones requeridas constituyen la ley fundamental del reino, la auténtica médula y tuétano de la perfección cristiana.

Por su profundidad y amplitud de pensamiento, y su relación práctica sobre la vida cristiana, el pasaje puede ponerse al mismo nivel que el Decálogo en el Antiguo Testamento, y que la Oración del Señor en el Nuevo, y supera ambos por su belleza y estructura poética.

Mamá la mejor catequista

Mamá la mejor catequista
 
En una aldea cercana a Turín (Italia), una joven llamada María tuvo la desgracia de perder totalmente la vista. Deseando recobrarla, visitó a San Juan Bosco, que estaba construyendo con limosnas de la gente, la magnífica iglesia de María Auxiliadora.

Después de haber rezado ante la Virgen, la muchacha habló con San Juan Bosco. El le preguntó:
-¿Hace mucho tiempo que estás enferma?
-Sí, mucho, y llevo ya un año sin ver.
-¿Has consultado a los médicos?
-Ya no saben qué recetarme.
-¿Distingues los objetos grandes de los pequeños?
-No. Ya le he dicho que no veo ni poco ni mucho.
-¿Ves la luz que entra por esa ventana?
-No, nada.
-¿Quieres recobrar la vista?
-¡Claro Señor! Soy pobre y la necesito para ganarme la vida.
-¿Te servirás de la vista en provecho de tu alma y no en ofender a Dios?
-Lo prometo sinceramente.
-Confía pues en la Virgen.
Y con un tono solemne, exclamó Don Bosco.
-A gloria de Dios y de la Virgen María, di, ¿qué tengo ahora en la mano?
-Una medalla de la Santísima Virgen.
-¿Y al otro lado?
-Una estampa de un santo con la vara florida: es San José.
¡María Stardero había recobrado la vista! Ya puedes imaginarte la alegría de la joven y de sus padres.

Necesitamos de la risa, de la sonrisa, de la alegría para poder florecer, para poder dar fruto





Necesitamos de la risa, de la sonrisa, de la alegría para poder florecer, para poder dar fruto. Ortega y Gasset habla de esos hombres “que cuando pierden la alegría, el alma se retira a un rincón del cuerpo y allí hace su cubil”.

Todo lo que va matando la inocencia: odios, egoísmos, envidias, va carcomiendo y endureciendo el corazón. Entonces muerte la ilusión, el deseo de vivir y se va adueñando del alma una gran pena que enturbia el cielo más despejado.

Será necesario, pues derribar todas las paredes que se han levantado a nuestro derredor sin darnos cuenta o a sabiendas, pues toda muralla nos impide acercarnos al mundo.

Necesitamos de la sonrisa de un niño, porque a través de ella se nos asoma la inocencia y el optimismo de Dios. Dios disipará el duro invierno y hará que reine la eterna primavera en aquellos que tienen la suerte de adobar cada día con una sonrisa.

“Quitando el gozo y la alegría del campo fértil; en las viñas no cantarán ni se regocijarán” (Is. 16.10)

miércoles, 26 de febrero de 2014

LA COSECHA ES MUCHA, PERO LOS TRABAJADORES SON POCOS PIDAN AL DUENO DE LA COSECHA


OH SANGRE Y AGUA, QUE BROTASTE DEL CORAZON DE JESUS COMO FUENTE DE MISERICORDIA PARA NOSOTROS EN VOS CONFIO


MUCHAS BENDICIONES, JESUS TE AMA







ABECEDARIO DEL AMOR, A de aprecio. Apreciar al ser que se ama es darle su valor, es considerarlo digno de afecto y de reconocimiento.

El abecedario del amor
Autor: Luciana Brescacin



Cuando a mí me enseñaron el abecedario, la maestra nos hacía relacionar el sonido de cada vocal o consonante con el dibujo de un objeto cuyo nombre iniciaba con el sonido de la letra que estábamos estudiando. Recordando esto, pienso que podríamos profundizar en lo que es el amor si a cada vocal o consonante le pusiéramos las características de lo que es y debiera ser el amor porque él, en sí mismo encierra su propio abecedario.

A de aprecio. Apreciar al ser que se ama es darle su valor, es considerarlo digno de afecto y de reconocimiento. Se ama a la persona humana, rica siempre -no obstante sus defectos y limitaciones- en cualidades y potencialidades a las que el amor deberá de ayudar a desarrollarse a lo largo del tiempo. Se aprecia a la persona por lo que es, independientemente de lo que tiene y de su apariencia externa.

B de búsqueda. El amor es una continua búsqueda del bien para el ser amado. Para ello es preciso conocerlo, descubrir su riqueza interior, encontrar los medios para su crecimiento y desarrollo hacia la plenitud de su ser. El amor es una aventura hacia el descubrimiento de la grandeza y trascendencia de la persona humana. 

C de coherencia. Decir lo que se piensa y vivir lo que se dice, eso es la coherencia. Vivir y tratar de vivir siempre lo que se promete es ser coherente. La coherencia en el amor es la unión íntima de dos seres entre sí, el esfuerzo por realizar, a costa de cualquier dificultad, el compromiso de entrega asumido en el momento del encuentro y de la decisión de donarse recíprocamente. La coherencia es signo de madurez en el amor.

D de diálogo. El amor es comunicación. Es el encuentro íntimo de dos personas, el diálogo constante de dos mentes, dos voluntades, dos corazones... dos cuerpos. A través de gestos y palabras se establece un dinamismo de comunicación y escucha que lleva al conocimiento recíproco, a la valoración y, de ahí, a la entrega auténtica.

E de esperanza y entrega. Así como el amor produce esperanza, confianza en el otro y en el futuro de los dos, la falta de éste causa apatía, desinterés, desconfianza y desaliento. El entusiasmo por la vida nace de una actitud de amor sincero y de entrega a los demás. El amor es entrega porque es ponerse en manos del otro y dedicándose a él.

F de fiel y fecundo. Ser fiel es ser leal con el otro. El verdadero amor no puede dejar de ser fiel ya que es don de sí mismo al otro y, cuando se hace un regalo, no se pide -luego de algún tiempo- su devolución. Además el amor es fecundo porque produce y se reproduce, mientras que el egoísmo destruye y acaba con la dignidad del otro.

G de generoso. La generosidad implica nobleza y sinceridad, implica darse sin medida, sin conveniencias. Quienes del amor hacen un negocio, un trato interesado, devalúan el arte de dignificar a la persona humana y pisotean una de las cualidades que elevan al amor y lo colocan por encima de cualquier otra actividad.

H de humilde y honesto. El amor no es egoísta ni soberbio sino humilde servicio a la persona amada, reconociendo en ella un don digno de ser cuidado con lo mejor de sí mismo. Para que el amor sea auténtico, se necesita reconocer los propios defectos y las cualidades del otro con sinceridad y honestidad aunque a veces cueste aceptarlo.

I de invitación. El amor es una invitación a crecer en todos los aspectos, es invitar a el otro a ser mejor, es ofrecer un camino de realización personal.

J de joven. La juventud no consiste tanto en la edad corporal, cuanto en un estado de vitalidad y renovación interior, aunque esta palabra se use más por determinar una época de la vida que para otra cosa. Por eso el amor es joven por ser y tener que ser siempre nuevo. 

L de luz. Luz en el amor significa saber iluminar y guiar la vida de la persona amada pero con Cristo como cabeza. Quien se acerca a un hombre o a una mujer que ama, descubre un manantial de vida para su existencia y claridad para el camino y la meta de su vida.

Ll de llamado. En el amor existe un llamado constante a la persona amada para que sea luz, y a la vez es una llamado personal a ser luz para nuestra pareja. Y juntos un llamado para ser luz para los demás.

M de movimiento y meta. El amor es dinámico, es actividad continua en bien del otro, es esfuerzo efectivo para edificar su personalidad, implica variedad en sus manifestaciones y evita la rutina en el transcurso del tiempo. Meta, además, porque el amor en sí es un gran objetivo por alcanzar.

N de núcleo. El amor es el núcleo de la vida misma. Hay un dicho que dice así: "el que no ama no vive", porque el ser humano está llamado a amar y amando es como construye la vida, crece en su personalidad y a la vez ayuda a crecer al otro.

O de optimista. El amor no puede dejar de ser optimista, aunque no deje de ser realista. El optimismo implica la esperanza y la ilusión de un futuro mejor para sí y para la persona amada. Optimismo que se fundamenta en Dios, como lo superior a todo.

P de perseverancia. Es tener firmeza y constancia en mantener lo prometido. De nada sirve emprender un camino si no se llega al término del mismo. La grandeza de un hombre y de una mujer se encuentra en su capacidad de ser perseverantes en el esfuerzo de donarse sin límites a través del tiempo.

Q de Querer. Amar es querer con la fuerza de voluntad más que con los  sentimientos. Siempre basados en la voluntad del Dios y padre Celestial. Es la expresión más auténtica de la decisión libre y personal de buscar el bien del otro.

S de sacrificio y de silencio. El amor exige el sacrificio entendido como ofrenda, como don, y esto implica callar el propio egoísmo, sin dejar de exigir lo que en justicia corresponde.

T de trabajo. El amor no puede dejar de ser trabajo, acción continua, esfuerzo constante por lograr su culminación en cada instante, no sólo al final de la vida.

U de único y de universal. El amor es único porque no es repetible, y al mismo tiempo es universal porque es común a todos y dirigido hacia todos. El ser humano puede y necesita amar, y cada uno ama de forma única.

V de valiente. Para amar se necesita mucho valor, se necesita "garra" y valentía frente a una mentalidad adversa, que ha desvirtuado el sentido del amor y lo ha convertido en una expresión más del egoísmo.

Z de zumo. El amor es el jugo de la vida, es lo que da sabor a la lucha y al esfuerzo diario, es el alimento de la propia historia. Después del abecedario se antoja una pregunta... 

¿Vale la pena vivir? ¡Sí! porque podemos amar. Y Dios es amor, el que no ama no es de Dios porque El es amor, así que a amar, pero con todo esto que acabamos de mencionar, y mucho mas que aun queda por mencionar, pero que Dios no lo define claramente en primera Corintios 13.


UN ANGEL SIEMPRE A TU LADO, PARA QUE TE DE SABIDURIA


Ojalá tengas siempre un ángel a tu lado

Que te guarde en todo lo que haces

Que te dé confianza en el amanecer que viene

Que te guíe hacia los bellos parajes de tus sueños

Que te dé esperanza brillante como el sol

Y la fuerza del ánimo sereno

Ojalá amor, bienestar y valentía embellezcan tu vida

Y ojalá siempre tengas un ángel a tu lado...

Alguien que te levante si tropiezas

Que te dé la valentía de aferrarte a tus sueños

Y la sabiduría de gozar de todo

Guiándote con su mano segura en el camino.

Día tras día, la vida trae cambios

Lágrimas un momento, felicidad el otro

Ojalá tu camino sea alegre, sin sentir soledad

Ojalá recibas regalos que siempre te acompañen:

Alguien a quien amar, un amigo leal

Ojalá el arco iris te sonría después de la tormenta

Ojalá esperanzas te entusiasmen el alma

Ojalá siempre tengas un ángel a tu lado.


Emilia Larson


Le doy gracias a Dios por haber creado a la mujer. Le doy gracias a Dios por mi madre, mis hermanas, mis hijas, mis amigas, mis primas, mi suegra...


"Dios : ¿Por qué lloran tan fácilmente las mujeres?"



Y Dios le dijo :
- Cuando hice a la mujer tenía que ser algo especial
Hice sus hombros suficientemente fuertes como para cargar el peso del mundo entero, pero a la misma vez lo suficientemente suave para confortar a quien lo necesite.
- Le di una inmensa fuerza interior para que pudiera soportar el dolor de dar a luz y hasta el rechazo que muchas veces proviene de sus propios hijos.

- Le di una dureza que le permite seguir adelante y cuidar a su familia a pesar de las edades y la fatiga y sin quejarse aun cuando otros se rinden.

- Le di la sensibilidad para amar a un niño bajo cualquier circunstancia, aun cuando su niño la haya lastimado mucho. Esa misma sensibilidad que hace que cualquier tristeza, llanto o dolor del niño desaparezca y que le hace compartir las ansiedades y miedos de la adolescencia e incluso de la edad madura...
- Le di la fuerza suficiente para que pudiera perdonar las faltas a su esposo y la moldeé de una de sus costillas para que ella pudiera cuidar de su corazón.
- Le di sabiduría para saber que un buen esposo nunca lastimaría a su esposa y a veces le pongo pruebas para medir su fuerza y su determinación para mantenerse a su lado a pesar de todo.
- Le di lágrimas de las reales que brotan de ella exclusivamente cuando su ser necesita expresarse más allá de las palabras.
- Esa es su única debilidad...lágrimas que piden perdón por los errores y la dureza del corazón de la humanidad".

Le doy gracias a Dios por haber creado a la mujer. Le doy gracias a Dios por mi madre, mis hermanas, mis hijas, mis amigas, mis primas...

Y .... a esos hombres que tienen mujeres en sus vidas, que aprendan a valorarlas y a conocerlas en la dimensión en que Dios las creó.