miércoles, 11 de junio de 2014

“Y de igual manera el espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”.

Y sabemos que a los aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Romanos 8:28


Seguramente este versículo te parece familiar. Es uno de los versículos que consuela a las personas en los momentos de dolor y de prueba. El sentido principal es que nada sucede a los hijos de Dios sin un propósito. Dios sabe por qué permite que el dolor llegue a la vida del cristiano. Pero, el texto no es la simple promesa de que todo dolor tiene un propósito; si te pones a analizar el contenido con detenimiento, notarás que la promesa es solo para los que “aman a Dios”.

Si le entregas el corazón a Jesús, te colocas en las manos de un Dios que jamás pierde el control de las cosas. El mundo puede estar cayéndose a pe­dazos, pero tu vida está segura porque, aunque los hijos de Dios también sufren en esta tierra, el dolor, para ellos, tiene un propósito formativo. Es en el dolor que creces; es en medio de las lágrimas que aprendes a depender de Dios.

Pero, ¿por qué sufren los hijos de Dios? Hay varios motivos. El principal, es que vivimos en un mundo de pecado, en el cual el dolor es como la lluvia o como el sol que, cuando llegan, llegan para justos e injustos. Sin embargo, en el contexto de Romanos 8, los hijos de Dios muchas veces sufren porque no saben lo que es bueno para ellos. Eso es lo que dice el versículo 26: “Y de igual manera el espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”.

Esta declaración es dramática: no sabemos pedir lo que debemos. Somos como niños: creemos que una golosina es la cosa más deliciosa del mundo; pero, la mamá sabe que necesitamos comer verdura, y nos la hace comer a la fuerza. Quedamos contrariados; lloramos. Pero un día, cuando el niño crece, no le resta otra cosa sino agradecer a la madre.

Lo mismo sucede con nosotros. Nos engolosinamos con las cosas de esta vida y, si las perdemos, creemos que Dios nos ha abandonado y no nos ama. Pero, el tiempo se encarga de demostrarnos lo engañados que estábamos.

Haz de este un día de confianza en Dios.
En primer lugar, entrégale el corazón a Jesús, y después, confía en él aunque las cosas no salgan como tú lo deseas, porque “sabemos que a los aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”.


martes, 10 de junio de 2014

Dios nos ha dado alas para volar alto, tan alto como las águilas y descubrir que sus pensamientos al igual que sus caminos, son más altos que los nuestros. Atrévete a Volar…


Pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán. Isaías 40:31

Como un águila que despierta su nidada, que revolotea sobre sus polluelos, extendió sus alas y los tomó, los llevó sobre su plumaje. Deu 32:11

El que colma de bienes tus años, para que tu juventud se renueve como el águila. Salmos 103:5

Sin embargo el justo se mantendrá en su camino, y el de manos limpias más y más se fortalecerá. Job 17:9

Van de poder en poder, cada uno de ellos comparece ante Dios en Sion. Salmos 84:7

Guardad silencio ante mí, costas, y renueven sus fuerzas los pueblos; acérquense y entonces hablen, juntos vengamos a juicio. Isaías 41:1

Por tanto no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día. 2 Corintios 4:16

Y no nos cansemos de hacer el bien, pues a su tiempo, si no nos cansamos, segaremos. Gálatas 6:9

Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila a fin de que volara de la presencia de la serpiente al desierto, a su lugar, donde fue sustentada por un tiempo, tiempos y medio tiempo. Apocalipsis 12:14

“Vosotros habéis visto lo que he hecho a los egipcios, y cómo os he tomado sobre alas de águilas y os he traído a mí.Éxodo 19:4


۵ La única manera que usted tiene de experimentar todo su potencial en Cristo, es permitir al Espíritu Santo que tome el control absoluto sobre su vida ۵

۵ El Espíritu Santo y usted ۵
(PENTECOSTES)



Para los cristianos, la meta es siempre encontrar la manera de llegar a parecerse más a Cristo. La memorización de versículos de la Biblia, los estudios bíblicos y servir a los demás, son maneras maravillosas de crecer en la fe, pero si en verdad queremos madurar espiritualmente debemos acudir al Espíritu Santo.
La presencia del Espíritu Santo en nosotros es esencial para nuestra transformación interior, y nunca desarrollaremos un carácter y un comportamiento que le agrade a Dios sin Él.
¿Por qué mejor no tratar de descubrir el propósito que tuvo Dios para usted cuando le creó? Puede tener la seguridad de que el Espíritu Santo estará a su lado para ayudarle en esa transformación. Pero recuerde que Él no le obligará a cambiar. La única manera que usted tiene de experimentar todo su potencial en Cristo, es cooperando con el Espíritu.

PERMITA QUE EL ESPIRITU SANTO LE GUIE.
Si usted quiere llegar a ser todo lo que Dios quiso que fuera, debe comenzar con renunciar a sí mismo. Fue por eso que el Señor Jesús dijo: “Todo el que procure salvar su vida, la perderá; y todo el que la pierda, la salvará” (Lc 17.33). Nuestro potencial se descubre solamente cuando permitimos que el Espíritu Santo tome el control absoluto de nuestra vida.
Debido a que hay una batalla continua dentro de cada cristiano, el Espíritu Santo quiere llevarnos a la obediencia a Dios, pero nuestra carne desea hacer su propia voluntad (Gá 5.17). Satanás trata de convencernos de que la libertad se logra haciendo lo que queremos, pero, en realidad, esto termina esclavizándonos. Dios promete que si le permitimos al Espíritu Santo que señale el camino, dejaremos de desear lo malo (Gá 5.16).
Tome la decisión de dejar que el Señor le dirija, y rinda el control de su vida a su autoridad. Con el tiempo, notará que el poder de Dios aumentará en usted y que su carne se volverá menos dominante. En vez de insistir en sus derechos, prestará atención a la dirección del Espíritu y buscará la voluntad de Dios. No se trata de una vida de perfección, sino de una vida inclinada a la obediencia. Todos tropezamos, pero cuando somos llenos del Espíritu, nos apresuramos a confesar nuestra falta y a apartarnos de nuestro pecado.

CONFÍE EN EL ESPÍRITU SANTO.
¿Piensa en el Espíritu Santo antes de iniciar su rutina diaria? ¿Toma la decisión consciente de depender de Él para que le prepare para todo lo que le espera? La razón por la que muchos cristianos se sienten derrotados, es porque no entienden lo que el Espíritu Santo ha venido a hacer en y por medio de ellos.
Recuerde que Dios desea ver en usted el fruto que produce el Espíritu. Los seres humanos somos capaces de hacer cosas admirables. Podemos predicar sermones, dar de comer a los pobres y ayudar a quienes sufren, utilizando nuestras propias fuerzas. El trabajo que Dios tiene para nosotros es sobrenatural y requiere poder sobrenatural para llevarlo a cabo. Ninguno de nosotros es competente para la tarea, sin el poder que nos da el Espíritu Santo trabajando por medio de nosotros. Los discípulos de Cristo no estuvieron listos para el trabajo de esparcir el evangelio hasta que el Espíritu Santo descendió sobre ellos en Pentecostés (Lc 24.49).
Todos necesitamos del poder del Espíritu Santo en cada aspecto de la vida. Cualquiera puede vivir una “vida normal”, pero el Señor nos llama a vivir de una manera sobrenatural, de tal manera que mostremos su carácter en todo lo que hagamos. Sin el poder divino, ¿cómo se puede llegar a ser un buen padre o una buena esposa, cómo se puede perdonar, soportar sufrimiento, o ser un buen ejemplo de Cristo en el trabajo? El fruto del Espíritu no se logra con el esfuerzo propio (Gá 5.22, 23). La única manera de vivir en santidad, es mediante el poder del Espíritu Santo.

UTILICE SUS DONES ESPIRITUALES.
Parte de descubrir su potencial total en Cristo, consiste en llegar a saber lo que Dios ha dispuesto que usted logre. Hemos sido llamados a servir al Señor en todo, pero Él también ha hecho un llamamiento especial a cada uno de nosotros. Usted no querrá pasar toda su vida viviendo como mejor le parezca, solo para llegar después al cielo y descubrir que se perdió de todo lo que el Señor tenía en mente para usted. Por eso es tan importante que ande con el Espíritu cada día de su vida. Él es el único que puede guiarle a ese llamamiento.
Puesto que el Espíritu Santo sabe exactamente qué quiso el Señor que alcanzáramos cada uno de nosotros cuando nos creó, Él nos ha dado los dones espirituales pertinentes. Estos dones son capacidades divinas que nos han sido concedidas para capacitarnos de modo que llevemos a cabo el deseo especial de Dios para nuestras vidas. Y aunque los dones espirituales nos son dados para que podamos servir efectivamente, por lo general no llegan a nosotros totalmente desarrollados. Por ejemplo, Dios puede darle a usted el don de la enseñanza, pero sin el estudio diligente de las Sagradas Escrituras, su efectividad se verá limitada. Si tiene el don de la misericordia, puede tomarle tiempo aprender a consolar a las personas que el Señor traiga a su vida. Pero no se rinda, los dones espirituales se desarrollan con el tiempo, y llegamos a tener más éxito con la práctica de su uso.

BUSQUE LA PUREZA
Aunque usted tiene un gran potencial ante los ojos de Dios, hay un aspecto más que puede llegar a impedir que experimente lo mejor de Él. Si está aferrado a algo que le desagrada al Señor, está poniendo en peligro su pureza y apagando su Espíritu. Puede ser un pecado o alguna otra cosa que se esté interponiendo entre usted y su total obediencia a Cristo.
Si usted siente como si le resultara imposible vivir sin aquello que se interpone entre usted y Dios, es porque Satanás le está mintiendo. Sus tentaciones siempre dan como resultado la esclavitud. Por eso es que renunciar al pecado es una lucha tan grande. Cualquier cosa a la que usted se esté aferrando jamás será comparable con el valor de lo que Cristo puede hacer en una vida rendida a Él. El Señor está esperando a que usted deje esas cosas y se someta completamente a Él. Si usted las pone a sus pies, el Señor las reemplazará con una vida victoriosa de poder y libertad, y llegará a ser la persona que Él quiso que fuera cuando le creó. 




lunes, 9 de junio de 2014

Madurez significa confiabilidad, mantener la propia palabra. Los inmaduros son los confusos y desorganizados. Sus vidas son una confusión de promesas rotas, amigos perdidos, negocios sin terminar y buenas intenciones que nunca se convierten en realidad.

Madurez



Madurez es la habilidad de controlar la ira y resolver
las discrepancias sin violencia o destrucción.

Madurez es perseverancia, es la habilidad de sacar
adelante un proyecto o una situación a pesar de fuerte
oposición y retrocesos decepcionantes.

Madurez es humildad. Es ser suficientemente grande
para decir "me equivoque". Y cuando se esta en lo
correcto la persona madura no necesita experimentar la
satisfacción de decir "Te lo dije".

Madurez es paciencia. Es la voluntad de posponer el
abrazo inmediato en favor de un beneficio de largo
plazo. 

Madurez es la capacidad de encarar disgustos y
frustraciones, incomodidades y derrotas, sin queja ni
abatimiento.

Madurez es la capacidad de tomar una decisión y
sostenerla. Los inmaduros pasan sus vidas explorando
posibilidades para al fin no hacer nada.

Madurez significa confiabilidad, mantener la propia
palabra, superar la crisis. Los inmaduros son
maestros de la excusa. Son los confusos y
desorganizados. Sus vidas son una confusión de
promesas rotas, amigos perdidos, negocios sin terminar
y buenas intenciones que nunca se convierten en
realidad.

Madurez es el arte de vivir en paz con lo que no se
puede cambiar.


 Autor: Ann Landers

viernes, 6 de junio de 2014

Ven, Espíritu Santo, por tu don de Entendimiento, ilumina nuestras mentes respecto a los misterios de la salvación, para que podamos comprenderlos perfectamente y abrazarlos con fervor.

ORACION POR LOS SIETE DONES DEL ESPÍRITU



Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor. Oh, Dios, que con la luz del Espíritu Santo iluminas los corazones de tus fieles, concédenos que guiados por el mismo Espíritu, disfrutemos de lo que es recto y nos gocemos con su consuelo celestial.

1. Ven, Espíritu Santo, por tu don Sabiduría, concédenos la gracia de apreciar y estimar los bienes del cielo y muéstranos los medios para alcanzarlos. Gloria

2. Ven, Espíritu Santo, por tu don de Entendimiento, ilumina nuestras mentes respecto a los misterios de la salvación, para que podamos comprenderlos perfectamente y abrazarlos con fervor. Gloria

3. Ven, Espíritu Santo, por tu don de Consejo, inclina nuestros corazones a actuar con rectitud y justicia para beneficio de nosotros mismos y de nuestros semejantes. Gloria

4. Ven, Espíritu Santo, por tu don de Fortaleza, fortalécenos con tu gracia contra los enemigos de nuestra alma, para que podamos obtener la corona de la victoria. Gloria

5. Ven, Espíritu Santo, por tu don de Ciencia, enséñanos a vivir entre las cosas terrenos para así no perder las eternas. Gloria

6. Ven, Espíritu Santo, por tu don de Piedad, inspíranos a vivir sobria, justa, y piadosamente en esta vida, para alcanzar el cielo en la otra vida. Gloria.

7. Ven, Espíritu Santo, por tu don de Temor de Dios, hiere nuestros cuerpos con tu temor para así trabajar por la salvación de nuestras almas. Gloria

Oración.
Oh Dios, que has unido las naciones en la confesión de tu nombre, concédenos que los que han renacido por el agua del bautismo, tengan la misma fe en sus corazones y la misma piedad en sus acciones.
Oh Dios, que enviaste el Espíritu Santo a los apóstoles, oye las oraciones de tus fieles para que gocen de la verdadera paz, quienes por tu gracia, han recibido el don de la verdadera fe. Te suplicamos, oh Dios, que tu Santo Espíritu encienda en nuestros corazones esa llama que Cristo trajo a la tierra y deseó ardientemente fuera encendida.
Inflama, oh Señor, nuestros corazones con el fuego del Espíritu Santo, para que te sirvamos castos de cuerpo y limpios de corazón. Enriquece, Señor, nuestros corazones derramando con plenitud tu Santo Espíritu por cuya sabiduría fuimos creados y por cuya providencia somos gobernados.
Te suplicamos, oh Dios Todopoderoso y Eterno, que tu Santo Espíritu nos defienda y habite en nuestras almas, para que al fin, seamos los templos de su gloria.
Te pedimos, Señor, que según la promesa de tu Hijo, el Espíritu Santo nos lleve al conocimiento pleno de toda la verdad revelada. Por Cristo Nuestro 
Señor. Amén.

miércoles, 4 de junio de 2014

“En verdad os digo, pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá.”

NOVENA AL SAGRADO CORAZON DE JESUS



1.-   Oh Jesús mío, habéis dicho: “En verdad os digo, pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá.”
He aquí que llamo busco y pido la gracia de.......................
Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre, etc. Sagrado Corazón de Jesús en Vos confío.

2.-   Oh Jesús mío, habéis dicho: “En verdad os digo, lo que se pidiese a Mi Padre en Mi Nombre, EL lo dará a vosotros.”
He aquí que en vuestro nombre, le pido al Padre Celestial la gracia de............................
Padre Nuestro, Ave Maria, Gloria al Padre, etc. Sagrado Corazón de Jesús en Vos confío.

3.-   Oh Jesús mío, habéis dicho: “ En verdad os digo, que el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán jamás.”
He aquí que, animado por Vuestra infalibles palabras, ahora pido la gracia de............
Padre Nuestro, Ave Mará, Gloria al Padre, etc. Sagrado Corazón de Jesús en Vos confío.

Oh! Sagrado Corazón de Jesús, solamente una cosa se os ha de ser imposible y eso consiste en no tener compasión de los afligidos. Te piedad de nosotros miserables pecadores y conceded la gracia que os pedimos, mediante el Doloroso e Inmaculado Corazón de María, Vuestra tierna Madre, y nuestra Madre compasiva.
 Rezad “La Salve” y añádase la siguiente jaculatoria:  San  José, Padre Guardián de Jesús, rogad por nosotros.

lunes, 2 de junio de 2014

Dios equipa al creyente, tiene un lugar donde él puede alimentar su fe y donde otros pueden apoyarle cuando está en debilidad

PARROQUIA SAN JOSE OBRERO PASCUA 2014 Esmeraldas - Ecuador

La Palabra de Dios nos manda a congregarnos en Hebreos 10, 25  "no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca". Es un mandato; por tanto no debemos dejar de congregarnos.
Dios nos da dones y talentos, pero es en el contexto de la iglesia donde yo descubro esos dones y donde yo los puedo poner en operación para el beneficio de los demás. El apóstol Pablo nos dice;
Y hay diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios el que hace todas las cosas en todos. Pero a cada uno se le da la manifestación del Espíritu para el bien común.”, ( 1 Co 12:6-7). 
Alejados del cuerpo de Cristo no podemos conocer nuestros dones porque estos operan principalmente dentro de la comunidad donde Dios nos coloca. Cuando no conozco mis dones, tampoco puedo conocer o ejercer mi llamado porque este está íntimamente relacionado a los dones con que Dios equipa al creyente
El vivir separados unos de otros representa una contradicción de lo que realmente somos de acuerdo a lo que Dios ha revelado:
“Pues así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros”, (Rom 12, 4-6). 
Tenemos una lista larga de versos bíblicos que nos llaman a hacer cosas los unos por los otros, pero un estudio cuidadoso de esos pasajes, nos dejará ver que la frase “los unos por los otros” que aparece repetitivamente en el Nuevo Testamento, no hace alusión a los ciudadanos del mundo en general, sino a las ovejas de un mismo redil; es decir a los miembros de una misma iglesia. La palabra nos manda a:
Tener un mismo sentir los unos por los otros, Ro 15:5
Tener el mismo cuidado los unos por los otros, 1 Co 12:25
Servirnos por amor los unos a los otros, Gá 5:13
Llevar los unos, las cargas de los otros, Gá 6:2
Exhortarnos los unos a los otros, He 3:13
Una buena forma de ver la necesidad de congregarnos es a través de esta ilustración: Si usted observa las brazas cuando son colocadas una encima de otra en la hoguera, usted se dará cuenta que ellas arden mientras están juntas, pero tienden a apagarse tan pronto usted las separa una de la otra. De esa misma manera, el cristiano cuando pertenece al cuerpo de Cristo tiende a crecer; tiene un lugar donde él puede alimentar su fe y donde otros pueden apoyarle cuando está en debilidad, y él puede apoyar a otros cuando esos otros están en debilidad. Pero cuando él deja de congregarse, de esa misma manera tiende a mermar su fe, su pasión, su deseo y su búsqueda de Dios.