El Señor es también el dueño de la plata y el oro; en otras palabras, toda moneda le pertenece. El Salmo lo dice de manera diferente: Que Él es el dueño de “los millares de animales en los collados”.
Puesto que Dios reitera con insistencia que Él es el dueño de toda la creación, debemos reconocer esto cuando utilicemos sus recursos, incluyendo el dinero
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