sábado, 20 de febrero de 2016

Quiero escuchar tu dulce voz Jesús


Dejen de lado, entonces, toda impureza y todo resto de maldad, y reciban con docilidad la Palabra sembrada en ustedes, que es capaz de salvarlos.
Pongan en práctica la Palabra y no se contenten sólo con oírla, de manera que se engañen a ustedes mismos.

El que oye la Palabra y no la practica, se parece a un hombre que se mira en el espejo,  pero en seguida se va y se olvida de cómo es. 
En cambio, el que considera atentamente la Ley perfecta, que nos hace libres, y se aficiona a ella, no como un oyente distraído, sino como un verdadero cumplidor de la Ley, será feliz al practicarla.

Santiago 1, 21-25

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